martes, 27 de mayo de 2014


La sombrilla china

 

Serian las cinco de la tarde, en el preciso momento que me encontraba desesperanzado delante de un micrófono para hablar de lo de la Encarnación, mas pensando que por entonces la Esperanza habría alcanzado la Feria.

Después de mucho tiempo diciendo el mismo discurso este tenia  ya poca improvisación, acaso una anécdota de ultima hora, pues se trataba de repetir lo que tantas veces había expresado, de que era la Encarnación, que fue, y especialmente en que ha quedado convertida.

No era fácil tratar de explicar las situaciones en cada momento de esta lamentable historia, ni tampoco pretendía encontrar ni respuestas, ni descubrir a los responsables, la cosa está hecha, mal que nos pese, aun teniendo una sentencia del Tribunal Supremo de Andalucía que viene a decir, sin entrar en el incumplimiento de leyes, normas, y reglamentos, soslayadas intencionadamente, pues nada menos que en su construcción, que mas se diría “pegada”, no se hicieron las cosas correctamente, y por consiguiente anula artículos que hace de esta, con mas que sobradas razones, candidata a desparecer. Tala de setas.

El caso es que no me salió el discurso esperado, pues este además de torpe surgió atropellado, por la gran cantidad de datos que sin hilazon iba desgranando, y mezclando comentarios inacabados con las imágenes que el proyector sin pausa, hacia visualizar en una gran pantalla. Esperemos que en la próxima ocasión.

Esta vez quería dejar lo de la puerta, pues como sabéis estoy a la espera de la llamada del la máxima responsabilidad para tomando un cafecito en el despacho oficial saber de una vez si de verdad les interesa esto de la Encarnación, y ponen la puerta o lo mismo me veo obligado a abandonar si tuviera la negación por respuesta, pues así cantara el gallo, no merecería la pena para nada el seguir.

Mi intención era comentaros la anécdota de aquel que cuando apareció, no sin cierto estiramiento, de quien te ha visto y quien te ve, que dejó evidencia de que era lobo errado, pues cual acémila llegó a aseverar que la sombrilla china estaba estorbando al cable aéreo, y no lo contrario, por lo que por un momento hasta hizo temer al representante vecinal que en su desfachatez y desde su autoridad ordenase la tala del joven arbolito que sombreaba un pequeñísimo parque infantil, logrado no sin esfuerzo.

Por suerte no son siempre así estas personas las que toman decisiones, este en concreto que fuera adalid de la ciudadanía, cambió su liderazgo por una hebilla roja con bordados en oro, ni que decir que tuvo en el sueldo que hacerse la foto con la maqueta premiada de lo de la Encarnación, acaso como experto en tala, junto al esotérico delfín, animales al fin y al cabo.

Sevilla a 27 de mayo de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

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