sábado, 12 de septiembre de 2009

La plaza, la fuente, el arbol, y a esperar

Perdiendo el tiempo


La plaza, hay que reconocerlo, es informe; la fuente, hay que reconocerlo, es absurda. Pero la noche, el aire, los árboles, son benévolos e inclinan tu animo a la benevolencia. Así que, sentado, pasas el tiempo, aunque el que queda es poco. (Fragmento de ocnos)
Pero, hay que reconocerlo, el silencio es algo tan propio como intemporal, y para nada importa que el informe de la plaza tenga el poco tiempo que le quede a la fuente, por muy absurda que esta sea, bajo la intensa sombra de la oscuridad. Peor sera la noche cuando vuelvan las corrientes atlánticas y al colarse por las celdillas del laminado el viento borrascoso ulule cuando pase fugaz como pasa el tiempo. Así que sentado, pasas el tiempo, aunque el que queda es poco. Acaso el tiempo vuela. (De un trozo de conos)
El informe, hay que reconocerlo, tenia una fuente; el paso del tiempo, hay que reconocerlo, hizo estragos. Pero lo absurdo es continuar con los vientos contrarios esperando que pase, como la noche, et inclinato capite emixi el espiritu de la Encarnación, lo cual hizo que el árbol laminado en madero fuera el soporte de una micologica creencia que brota en la noche como flor de magnolio con olores de botellón, por mas que fuera plantado en monte de granito gris, cadaverico, por el que iran bajando en cascada los vómitos y orines por las escalinatas. El animo no da para casi nada Así que sentado, pasas el tiempo, aunque el que queda es poco. (Pedazo de pensamiento, o coñazo según se lea)
La plaza, hay que reconocerlo, hace perder el tiempo, cuando la fuente, hay que reconocerlo, inútilmente riega el pavimento gris esperando que brote de la hostil dureza un verdadero arbol. El informe inclina la balanza al aire que sopla con la noche de los tiempos. No queda animo, lo cual no deja de resultar absurdo esperar sentado. (De, ni se sabe)
Sevilla a 13 de Septiembre de 2009-
Francisco Rodríguez Estévez

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