Encarnaciones
Los cadáveres plastinados, posan, como bailando, para las fotos. Se les ven tan propio, tan vivos, y tan enrojecidos en sus carnes, por la sangre artificial, que si no es por la propaganda, nadie cree que se tratan de muertos.
Nada hay más genuino en esta ciudad, que ver un muerto bailando mientras, con su muda voz de toda la vida, dice, para sus adentros: ¡Ahí, os quedáis! Estos, no se sabe a ciencia cierta, si lo que expresan con sus rostros, en carne viva, es aquello de: que me quiten lo bailao.
El experimento resulta descorazonador cuando se sabe de su naturaleza, pero eso sí, es alemán, cosa que aquí goza de gran predicamento.
Basta ver el micologico grupo de lo de la Encarnación, en su descarnada versión de reencarnación encarnada, por la nueva encarnadura, que en este caso, al no tratarse de barroca imagineria sevillana, no luce la rosácea palidez aplicada con huevos, de toros, ni el fucsia subido de tono que emplea el doctor muerte en sus troncos, que mas parecen de langosta, por las pinceladas. De todos es sabido que para el champiñón de blanca palidez, la elección cromática, por la carita de rigor mortis que tiene aquello, fue ebúrnea, como la“turris (topusis).
Las carnes abiertas de la muestra, son cuerpos sin vida que pertenecieron a personas que tuvieron la desdichada suerte, de que se fijara en ellos este doctor, capaz de desnaturalizar hasta los muertos.
Nunca volverán al polvo estas carnes humanas tratadas con plásticos indestructibles y repintados con modernas técnicas de vanguardia que mas parecen maniquíes que reencarnaciones anatómicas del “no va más”, ideales para la propaganda del bus.
El autor de la macabra vanguardia de los muertos vivientes, el doctor muerte, tambien es alemán. ¡Las cosas que se les ocurren! Debe de ser el frío lo que causa que se inventen estas cosas por mas que los muertos encarnados tengan mas color a sabañón, que a pálida tristeza del pabilo de cera colgando de un hachón sembrado en monte de lirios del que emerge la madera en la que clavan la Encarnación.
Que pena, que lamentable resulta, y que caro sale todo, cuando, las cosas que son serias, no se prueban antes con plastilina, con lo cual, hasta los muertos descansarían en paz.
Sevilla a 7 de Febrero de 2008
Francisco Rodríguez Estévez
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