domingo, 15 de febrero de 2009

De ladrones y vertigos

El sison y el aguililla
La cosa iba de noticias. Que de ser sobre aves, serian ornitológica. Si se trataran de escala, la cosa resultaría mareante, como el mal de altura. En cambio, las miras de alturas, siempre a vista de pájaro, se quedan a la altura de las circunstancias.
Pero como lo importante es que sigamos con lo de la Encarnación, dejemos a los pájaros bien en la jaula, o en el nido, que a falta de acacias de sombras, sustituidas, y sin luz sostenible, excluida, solo queda esperar el tiempo que queda por añadir, tiempo al tiempo, para que de la “puesta” salgan adelante, y no mal parado, en el asunto.
La plaza de abastos de la Encarnación, a pesar de su provisionalidad, sigue conservando “eso” que con la modernidad probablemente se pierda. Con la vanguardia, seguro que pueda conseguir, con todo merecimiento, alcanzar la vulgaridad.
Bajo las insufribles chapas, y por increíble que parezca, la fuerza de su singularidad hace que siga atrayendo a cuantos deciden visitar este “especial” espacio público para compartir, en el bullicio de su ambiente, “todo” lo que allí se ofrece.
Se cree que esta plaza de la Encarnación tiene algo mágico, y debe ser cierto. No importa que sea la primera vez que se visita, siempre sorprende esta provisionalidad incomprensible, generosa en demasía, que entrega su descarnada alma eterna sin exigencia a cambio.
Hoy acertó a entrar una chica extranjera, una más que, como cada día hacen otros tantos turistas, pasean con su cámara dispuesta a capturar en ella hasta el último detalle, que a los propios pasa desapercibido.
Resultó ser periodista de un diario francés, y profesora de antropología en Paris. Siempre Paris. Estaba asombrada de cuanto acertaba a ver, y que no acertamos a valorar. Le interesaba la gente y las costumbres, mas que los monumentos y las modernidades, por lo cual no se podía creer que “eso” de fuera (“las setas”) algún día reemplazara el encanto que encontraba en esta, ¡que horror! , exclamó.
A ultima hora, cuando un famoso entrevistador televisivo, cliente habitual, realizaba sus compras relajadamente, llego la inesperada visita de un responsable publico. Lo que es de agradecer.
Posiblemente fuera su primera visita, digamos un debut, cosa que le permitiría, si no fue la curiosidad lo que le trajo, impregnarse de “eso” que tantas personas buscan y solo lo encuentran en la plaza, la de toda la vida. Quien sabe si con este acercamiento le capta la esencia que haga lo posible para que esta no se pierda. Probablemente, ganaremos todos.
Sevilla a 14 de Febrero de 2009
Francisco Rodríguez Estévez

No hay comentarios: