domingo, 28 de diciembre de 2008

Fin de un estilo (raro,raro)

Nuevas cartas

Casi a diario escribo una carta, pero no todas tienen la suerte de ser publicadas, pues el espacio es poco y los “escritores” somos muchos.
Gracias al correo electrónico, las remito al amplio directorio de amigos a los que obligo a leerlas, y que debe de complacerle recibirlas, más cuando responden con agradables calificativos.
Gracias a un buen amigo, profesor de la Universidad, que las selecciona según sus preferencias, cada año, desde el 2002, me las trae encuadernadas como regalo de Navidad.
No las conservo todas, al tratarse de un número tan elevado, pues las primeras fueron escritas hace 26 años, y entonces no tenia ni idea de que esto durara tanto, y tampoco disponía de un ordenador para guardarlas.
Acabo de releer las que seleccionó en estos dos últimos años, y su lectura me llevó a entender el motivo por el cual muchas se quedaron sin publicar. Son raras. Algunas demasiados extensas, y se pierde en la maraña de palabras su compresión. Me parecieron petroglifos mayas, esos que cada signo llega a tener una veintena de interpretaciones. Era el estilo “papuchi”.
Me gustaron todas, pero en ocasiones sobraban palabras que fuero rebuscadas en el diccionario, más por broma, que por un alarde de erudición, a todas luces inexistente.
Si bien en ocasiones lamentara que no fueran publicadas, es de agradecer que así fuera, pues las que aparecieron en la “seccion de cartas” cumplieron con creces el objetivo principal de estos escritos personales, para que lo de la Encarnación genere, cada día, opinión en el lector.
Este año nueve, en el que lo peor está por llegar, os llegaran nuevas cartas. Pero a lo de la Encarnación, no le llegará el metro, ni el metro centro, ni a las setas las fotovoltaicas, posiblemente ni las setas lleguen en este nuevo año, por eso lo mejor será que las nuevas, en este nueve, nuevo, las iniciemos con economía de palabra, que no silencio, e intentando que lo escrito quede tan claro, como contundente, con el fin de que no queden inéditas.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla a 1 de Enero de 2009

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