miércoles, 24 de diciembre de 2008

ENCA(ste)

La clonación



Después del transformismo llevado a cabo, ¡ay, Alameda! nadie diría que te reconoce, ¡ay, Encarnación! Por irreconocible dejará de ser aquel escaparate carnal de bajo costo y alto riesgo, en la que llegó a convertirse cuando no se tenia la imaginación que goza con el pon, pon, y el con, con, que se padece. Cuesta creer que la intervención sea recuperadora de su esencia de paseo de antaño, tal como en su origen, e inauguración, cuando el lodazal de la laguna se convirtió en tierra firme al desecarla por orden del Conde de Barajas en 1574 “que el cuidado y la magnificencia de la ciudad la mejoró plantando una alameda espaciosa donde hay mas de mil setecientos árboles puestos en orden, de modo que hace dos anchísimas calles, paseo frecuentado por muchas caballerías y coches los veranos, con tres hermosas fuentes de alabastro y jaspe, que riegan todos los árboles que dan singular ornamento a las dos columnas”.

Retirado el albero que recordaba el pisar natural de la tierra, en el enlosado se secaran las deposiciones que perros y “otros animales” seguirán aportando para que el sucio piso aun parezca peor bajo las sombras artificiales.

No cabe duda de que el travestismo ejercido cambia el sexo económico, y la china por el talego, modificando hábitos, y alterando el lumpen que transmutado en si mismo solapan al trilero con el toco mocho.

La calle, la plaza, tiene aviso de ser tomada por el nuevo “tocho” de ideas originales, como estrellas rojas de toda la vida que anuncien la clonación de lo autentico, tal como esta previsto que suceda con “Alcalde” con el fin de que transmita su bravura sin tener que cubrir a pelo en la tranquila dehesa, y sus vástagos entre al trapo rojo en todas las plazas.

Sevilla a 22 de Diciembre de 2008

Francisco Rodríguez Estevéz

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