domingo, 7 de diciembre de 2008

El socavon de la Encarnacion (Se la trago)

La caja negra

La tierra temblaba cuando súbitamente se abrió el cráter que le engulló, pero aunque no llego hasta el Averno, al quedar anclado a una decena de metros de la superficie, inexplicablemente no hubo manera de rescatarle. Tapar aquello, como primera medida que se viene al pensamiento.
Nadie pensaría que sería posible que algún día la ciudad fuera encontrada, cuando quedó sepultada, tras erupción del volcán, viendo lo que les estaba cayendo. Fue tal la cantidad de cenizas que se le vino encima, que la acumulada y destructiva capa de varios metros de espesor actuó de agente conservador, permitiendo siglos después lograr su recuperación para la historia de la colonia que fundaran los oscos, al abrigo del monte de las fumarolas.
Así quedó atrapada para la eternidad, al igual que el ámbar, que puede contener en su interior todo lo que atrapó en su inexorable captura, tal y como se encontraban, en el mismo momento en el que el destino quiso que quedaran inmortalizados para siempre.
De igual suerte el puesto de prensa, con el “Nomadejado” en el frontispicio, quedará prisionero para siempre de su destino al ser “dejado” en el punto de su caída, para que fosilizado por el hormigón de secado rápido empleado quede como caja negra del “incidente”. Tal vez con el tiempo solo quede el recuerdo en las hemerotecas.
Será como cápsula del tiempo que guarde para el futuro el receptáculo, en este caso de la penúltima piedra, con la prensa del día, las monedas en curso, los paquetes de tabacos, los coleccionables, los tarros de cocina, los edredones, lotería de Navidad, las chucherias, y las mil cosas que contienen estos extensibles artilugios metálicos de diseño que conforma el actual mobiliario urbano.
Nadie se creerá que se optó por dejarlo, como “pupa” eterna, ante la imposibilidad técnica de sacarlo, pero allí permanecerá “forever”, en el fondo del cráter que se formó con el socavón, cosa que parece increíble que, con todos los medios técnicos, y todos los técnicos medios y superiores aquello haya sucedido, y encima se exponga seriamente, que la culpa ha sido del fino.
Sevilla a 7 de Diciembre de 2008
Francisco Rodríguez Estevez

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