miércoles, 13 de febrero de 2008

¿Por que te callas?

A la espera de la última palabra

En esa estamos, y no tiene caso, pero así es esto de lo de la Encarnación. De una parte, una gran parte, silenciosa, de otra, aunque no todos, fidelísima, y los demás, que no son pocos, que pasan, pues lo mismo le da si el ocho es de la Encarnación, que los ochenta, aunque sean de millones de euros.
El silencio, otorga, y solo la disconformidad se hace presente en los corrillos de comedias de barra. El aplauso, se hace entusiasta cuando es arrancado por una clá que presencia el espectáculo de gañote ancho del embudo de sus palmas. La apatía, se hace indolencia, en el distanciamiento, cuando se prefiere ignorar a saber.
Así sucede que, llena de silencio, de aplauso, de apatía, todo se hace un ni fu ni fa, mientras aquello crece en la Encarnación de parones, de improvisaciones, de estudios, de ideas, de proyectos, que fueron tantos, que se diría que en estos 35 años más fue Encarnación de elecciones.
Con dos años de demora, definitivamente, no sera para esta de domingo de pasión, mas, si por el momento todavía no se ha concluido la excavación de esa Hispalis escondida, y desmontada. Tampoco existen noticias de que ni siquiera se haya posado para la foto de la primera piedra de la posible estación del metro de la prevista línea de intercomunicación subterránea para la movilidad peatonal. Tambien se desconoce si alguien tiene claro el lugar idóneo para la parada del metro centro (al que llaman tranvía), teniendo en cuenta el numero de cofradías por aquello de las catenarias, o farolas fernandinas. Son muestras que, para no ser tachado de reactivo en esta ciudad de sueños, ni soñador en esta que rompe con sus desvelo toda la vigilia, carne de mi carne, en esta Encarnación champiñón, que aun se puede evitar o al menos dilucidarse si su emplazamiento es el correcto, cuando el enclave solo estaba destinado a recuperar el mercado histórico, la plaza de abasto que fue demolida en 1973, para sus expropiados vendedores.
De esta forma los “paganos” solo verán en ella un icono de alto standing, cuando existen carencias donde el progreso ni el pacto las corrige, los patrimonialistas, con razón puedan decir, al no poder ver a través de la opacidad de la “metálica madera” el edificio protegido, que el espectacular maderamen constituye un elemento de contaminación visual, los jóvenes lo interpretaran, al ser diseñado ex profeso para ellos, como un “campus alucinante”, los indigentes sin techo harán de la gran carpa un sueño en la cumbre, y para los vendedores del mercado provisional, los de la plaza de abastos de toda la vida, por el momento siguen guardando silencio. ¿Y, tu ?

Sevilla a 13 de Febrero de 2008-
Francisco Rodríguez Estevez

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