jueves, 21 de febrero de 2008

LUNARES PARA CONTAR

El pato

Es dicho sabido aquello del que se fue de Sevilla, perdió su silla, pero como de nunca se supo quien se la pudo llevar, lo mas seguro es que fuera pagada a escote, pues al parecer, no hubo manera de encontrar a quien hacerle pagar el pato de la desaparición.
No solo la silla se pierde, una y otra vez, como si fuera el estoque del faraón, los pinceles de Murillo, el Stradivarius de Mozart, o trocitos de bronce del huevo gigantesco, si no que otras mas definitivamente desaparecen, como esfinges de la Alameda, ¡Ay Alameda!, la fuente de piedra de la fachada Sur de la desaparecida plaza de la Encarnación, ¡Ay Encarnación!, la fuente de cristal, el mosaico de Matta, o el tren monorraíl. Pero algunas de las que aparecen, como la cubierta, cuando son recuperadas se encuentran fuera de toda utilidad.
El pato, el de la pila del pato donde mi “arma” te conocío para contar lunares, sin definir si fue en la Alameda, ¡Ay, Alameda!, de Carabolso a Carnaval y murga del Regaera, en el Prado de San Sebastián, de Real de la Feria a jardin, y terminal de metrocentro, o en la plaza de San Leandro, de yemas de convento, Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita, pues resulta que se ha perdido.
Queda claro que una cosa es pagar el pato, y otra muy distinta que se pierda. Cuando el pato se pierde, hay que pagar el pato. Cuando se compre un pato nuevo, hay que pagar el pato. Por acierto, o por error, el pato siempre se paga, a ser posible por los de siempre, que para eso están los pagapatos de toda la vida.
Otra cosa sería, que tambien se paga, que en lugar de pato, sea pacto.
Un pacto es mucho más caro que un pato, así lo dicen los números, pero habiendo pagapacto nada importa los que salgan, ya sean rojos, o de circo, si estos acaban apareciendo, o cuando menos, si se pierde como el pato, a ser posible que no salga algo tan disparatado.
El pato no era original, se trataba de una replica de escaso valor material, un remate de la nómada fuente que escondía el surtidor en el pico del ánsar, una pieza barata que será repuesta con cargo a los presupuestos. Peor hubiera sido habilitar la partida para abonar la factura, si en lugar del pato perdido, se tratara del barco del arroz
Que aparezca, o permanezca perdido, como los cielos perdidos con cubiertas imposibles de esta Encarnación demorada, que se encuentre, que se tape o se descubra, el pato tendrá que pagarse para cubrir el descuido, son suertes distintas las de las cubiertas, la micologica que, empeñados en ponerla, no es lo que parece, al menos hasta que se sepa como acaba este rosario, de cuentas, y de contar lunares, y la otra, que cuando aparece no hay forma de ponerla.
Ahora solo ha sido el pato. Por el momento todo está tranquilo.
Sevilla a 19 de Febrero de 2008-
Francisco Rodríguez Estévez

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