El destino me llevo a encontrar lo que siempre busque sin encontrarlo, así la serendipia me ofreció el amor que nunca obtuve, posiblemente por no hacerlo en los lugares apropiados y deambular por muladares y moteles sin equipaje.
Cuando encontré la estrella polar me di cuenta que el carro era el último vagón de un tranvía que había pasado tantas veces por mi vía y que intencionadamente descarrilaba sin detenerme a valorar los daños colaterales que podía causar.
Ya el nevu rubi era una señal roja de peligro que me advertía de las consecuencias de cruzar a lo desconocido, pero ya era tarde, la magia de la osa mayor había marcado el destino y no podía volver a perderlo en rutas infernales.
El bíceps de su enorme fuerza portaba el carro de tantos años de trabajo, algo titánico que solo lo consigue aquella que el halito de una vida truncada lo transforma en alegría para su estirpe, y el rencor ya no tiene cabida en tanto amor.
Es la estrella polar la que me guía desde que en mi desorientación pude encontrarla sin proponerme de que, en la oscura noche, podría verla con la nitidez que se me ofrece a plena luz del dia.
No es fácil encontrar la dirección de rumbo a seguir en el tiempo final que todo debería de estar resuelto, justo cuando la Rosa de los Vientos está marcando hacia la incertidumbre, por lo que el viejo y deteriorado velamen de la barca naufragada en cientos de tormentosas mareas no acierta a alejarse de la protección del litoral, y ahora no se puede perder la oportunidad de encontrar ese norte perdido cuando la estrella se ofrece guiarle en una nueva singladura.
Lo cierto es que no pude precisar nada en la bitácora de navegacion, pero mi pensamiento se hace voz y ella me entiende, nada será fácil en el futuro, nada fue fácil en el pasado y aun pensamos en un presente que, como el tempo fugit, carpe diem et momento mori, al que sin lazos permanecemos atados, amarrados al noray que nos impide salvar la previsible tormenta en la calma del propio temor a nada.
La osa mayor en su carro, y la estrella polar estan marcando un Norte seguro y llegara el dia que bese esa estrella del cielo que me ha cambiado el rumbo sacándome de la curva y encontrado la calle de la recta donde le ganaremos al tiempo que Cronos nos tiene asignado. Y con la blancura de la Osa polar, se hace fácil salir de la negrura.
Sevilla a 7 de Agosto de 2025
Francisco Rodriguez Estevez
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