Salir o no salir
Los placeros después de tanto tiempo de la salida, y entrada, nueva entrada (como enclesbo del titulo), aun no
advierten, empeñados en mantener la nueva identidad escuchando los epitalamios,
que, al igual que Safo, será difícil evitar la caída desde lo alto, ya sea de la Leucada, que por cierto el batacazo es para escoñarse, por mas que al Carajo, también hijo de Scamandromiynus, le importara a aquel un ídem lo que hiciera, pues sabe,
como “Erigio”, que subir siempre es un riesgo cuando se hace en lo desconocido.
Erigir, elegir. Carne, o pescado.
En lo desconocido todo se va conociendo, y tal como el
silencio provisional de la tutela bajo el asbesto, se ha producido este también
en el fenólico, acaso sea el sonido de la crisis, con la extraña semejanza de lo
cierto, salir para entrar, fuese y no fue
nada. ¿Vanguardia, o modernidad?
El laberinto se encarga de poner a cada cual en su sitio, la
negra testuz rizada del morlaco marca la entrada de “Cristalitos”, verraco sobrado,“ensabanao”,
“playero”, y “bragado”, devuelto a corrales.
La oscura pared de la calle vacía, indica donde se depositan
las basuras, primera puerta, y el burladero de las deposiciones, la segunda.
En el tholos la curva se hace tapón de cola, obstruyendo el paso a la desértica calle, donde el Sol refleja los solomillos por las azoteas.
En el tholos la curva se hace tapón de cola, obstruyendo el paso a la desértica calle, donde el Sol refleja los solomillos por las azoteas.
La curva Sur, desaparecida en combate ¡cuánto silencio!, y en
la puerta de los retretes, con salida al exterior, los bolardos del aislamiento,
hacen que la serpiente succionadora de lo que el bicho guarda en las entrañas,
se quede en donde no existe puerta. Salir o no salir.
Antes de lanzarse Safo al vacío, había vaticinado su
previsible final, pues a pesar de su amplia experiencia en el arte del
intercambio, ya fuera carne, o pescado, o huevos, o almejas, o conejo, o pepino,
o morcilla, nabo, o berenjena, como de toda la vida, vender o no vender, pero no estuvo preparada para que Faon se le
resistiera para hacer el negocio de su vida, por lo que no pudo ser la operación
soñada, más que causa de su propio suicidio.
No es fácil encontrar la entrada de una puerta inexistente,
pero esta no deja de ser una enseñanza de silencios, y quien sabe si de final.
A Carajo, seguro que no le importaría como acabe esto, pero digo que lo mismo
hay alguien, que no sea hijo de Scamandronymus, y todo termina felizmente. Tandem
laetus.
Sevilla a 3 de Julio de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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