lunes, 21 de julio de 2014


Hoja de arce

 

Lo ciertos es que pasó el Ángelus y no pasaba nada. A decir verdad habían pasado mas de once horas desde que esta noche el estomago me jugara la mala pasada de un reflujo que a poco me mata al entrar en apnea, y del sobresalto, me produjo un tiron muscular en la zona lumbar que hasta me mee de dolor.

Con las horas de una larga madrugada de calor todo se fue pasando, poco a poco, con una infusión de hinojos, y una ducha caliente con la aplicación del gélido pero eficaz “réflex”, pero ya se me había pasado el sueño, también el dolor muscular, y el malestar inexplicable, de una frugal cena. Solo quedaba esperar las claras del día.

Sintiéndome mejor y después de lo pasado,  una vez en el trabajo sin trabajo,  la cabeza empezó a pensar que pasaría mañana cuando en “ donde somos todos” pase al despacho de quien puede poner remedio a lo desproporcionada que en este caso es la injusta Justicia.

No pasaba nadie, no pasaba ni un alma, ni por la calle, ni por el viario del laberinto, ni pasaba nada,  mientras el pensamiento no paraba de pensar  ignotas situaciones que se iban sucediendo como un storyboard desplegable.

Malos tiempos de negocio, y tiemblo pensar en que puedan darle una mordida del 25 % de mi sueldo durante mas de un año para cancelar el celo de una actuación desaforada del visitador que extremadamente llevó a cabo su pulcro trabajo. ¡Hay gente pa tó¡

Cuando menos lo esperaba, cuando apenas tenia tema para escribir, salvo que de nuevo al ser lunes vino toda la indigencia buscando los aseos, y los que no sabían donde se hallan, evidentemente me preguntaban donde encontrarlos.

Pues, en ello estaba, cuando llegaron. Se pararon delante del mostrador que se hace invisible por los reflejos y como que les intuía que hacían “looking” y  parecía tener poco interés en hacer compra, les deje unos minutos. Cuando se marchaba le pregunte en mi excelente ingles de veinte frases, que si deseaban algo.

En un español, como mi ingles, la señora dejando el bolso en el banco al efecto para buscar algo, y mirando hacia los cristales, contestó ¡yes!  Me pensé, (Dios, que no me pregunte por la puerta) (Ni por la toilette)

La pregunta formulada era que diferencia existía en los jamones, serranos, ibéricos, pata negra, bellota, cebo. Por lo que me vi obligado en acceder, a falta de público, a darle un master class sobre el mismo, lo malo es que me pidieron degustación.

La extraña pareja procedían  de Canadá, concretamente de Toronto, de donde son originarios los “paseos de Jane”, que me han seleccionado.

La desigualdad les hacia complementaria, no solo en su peso, pues Hayden que así se llama el, dobla el de Irene. también su color les hace cosmopolita, ella blanca nacarada, el es amarronado, mas parece si  hubiera llegado en “tupenus” que seria un príncipe de alguna isla del Pacifico Sur, mas que nativo de una de las muchas isla caribeña que forman su país natal, Irene es de ascendencia eslovena, una parte de un país dividido. Tan diferentes, y tan iguales en la desigualdad. El parece experto en cocina, siempre broma en la Encarnación, ella, por el mail @dent, lo mismo es estomatóloga, siempre boca, en lo de la Encarnación dos dualidades que se hacen inseparables. Boca y alimento, estoma y broma.  

 Se interesan por el desértico mercado, fuera de toda broma, y como buenos canadiense me entregan un recuerdo, con una hoja de arce, que guardaré para recordarlos. Se marchan mañana, pero han quedado en volver, para comprar algo mas del magnifico jamón del que se llevaron una pequeña cantidad,  después de catar  unas tapas.

Será entonces que les contaré lo de la puerta, pues aunque querían saber por que no había allí una puerta, pero evidentemente aquello era mas largo que contar, espero que me coja con humor después de que vuelva de la entrevista que me quita el sueño,  para evitar que tenga que abonar el 60000 %, por omitir tal pago a donde somos todos. Evidentemente que no iguales.

Sevilla a 21 de Julio de 2014

Francisco Rodriguez Estevez

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