Sacar y sacar y volver a sacar.
Se hace casi imposible por donde salir, de donde por mas que
se busque no existe puerta, y es que sin
puerta, tampoco puede haber entrada, y sin entrada es casi un milagro resistir pasar
cada día, para sacar, y sacar y volver a sacar lo necesario, donde ya ni queda.
Sin entrada, marcando la crítica situación con los
catadriópticos, tal que fuera ojo de gato, donde el cristal no deja de indicar
en todo momento que la reflexión produce más que reflejo, sigue siendo un gran hándicap.
Mirar, y mirar y volver a mirar, para no ver nada.
Un punto oscuro, tan evidentemente claro en la negritud del
panorama, que acaso, para hacerse notar con los años, pasada la
provisionalidad, hace, tras tornar del reservorio que tener, desde entonces, y
no queda otra, que sacar, y sacar y
volver a sacar, por haber entrado, y no haber salido, cuando menos a tiempo, y además tener que demostrar lo inútil que,
llegado a este punto, se hace permanecer mas tiempo del deseado sin poder salir para ganar
y ganar y volver a ganar, cuando solo queda aguantar el tiron bajo las
envenenadas setas.
Mas de tres años, y aun no ha habido un mes que de donde
apenas queda, no saliera lo que llegado a este punto casi no se tiene.
En la espiral de gastos e imprevistos no queda una semana que
no nos depare el bocado de una mordida
inesperada, que evidentemente es de esperar.
El punto liminar indicará el cambio de suerte, será como
clarines marcando el momento de los caminos encontrados, hules y chequera, después
de tanto tiempo con la sola idea de ganar, y ganar, y volver a ganar, cansado
de tanto perder, y perder, y volver a perder, y hastiado de pagar y pagar y
volver a pagar, pues definitivamente no queda de donde sacar y sacar y volver a
sacar. Así que a correr, a correr.
Sevilla a 8 de Julio de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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