Sin tráfico
Está en el corazón de la ciudad pero no es un sentimiento, tampoco
es algo que signifique pero, por nada del mundo eso puede llegar a identificarla.
Malo seria pues que tomara relevancia un capricho como resultado de tanto
silencio, de tanto papanatismo, de tanta vanguardia, de tanta modernidad, de
tanta deuda, de tanto costo, de tanto error.
El bicho, se encuentra encerrado por los bolardos que le
hacen tener un recorrido imposible e inaccesible
en su alrededor, incluso para los servicios, ya puedan ser de limpieza, como
los de urgencias.
Lo peor sin duda es la desolación que sin trafico allí se produce,
justo donde definieron aquello como emporio de riqueza, que mas acoge la
indigencia, y ahuyenta al publico con tanta prohibiciones para acceder.
Bien temprano, cuando las claras del día hacían retroceder
la oscuridad de la calida noche pasada, una ambulancia llegó hasta los bolardo
que le impiden continuar para, imagino, localizar al paciente que habría
requerido la urgencia de los servicios sanitarios.
Móvil en mano una persona baja, posiblemente para contactar
con quien le indique la dirección exacta
para realizar el traslado del paciente hacia algún centro de urgencias. Es por
el otro lado. A pesar de que una placa prohíbe el paso para desgracia de los
automovilistas, esta llega hasta donde otra
nueva fila de bolardos le impiden el paso, y para colmo, al fondo, cerca
del domicilio al que llegar, una obra
tiene una zanja en medio de la calle por la que tienen que evacuar al paciente
en la camilla que han sacado de la ambulancia.
No debía de ser cosa grave, cuando después de muchos minutos
transcurridos, desde la llegada hasta la evacuación, esta pude observarla justo desde el fanal donde falta la puerta automática, y por el momento inexistente. La
señora mayor, aun con malita cara era transportada sobre la camilla de ruedas
hasta el lugar donde la ambulancia quedó sin poder pasar.
Al otro lado, en la sinuosa calle duerme la indigencia. Un lugar ideal desde que se partió uno
de los paños de cristal que quedaban recogido por un sistema de rieles
colgantes tan propios del modernismo, que no de la aplicación de la nanotecnica
en los avances de la construcciones ecológicas y sostenible, ¿pero donde tiene
las setas parangón?
A un muy premiado arquitecto le escuché decir en una conferencia acerca de a
ellas, que era fruto del papanatismo. Lo mismo, en los edificios públicos, en
lugar de fotovoltaicas dispusieron un vivero de tal árbol.
La indigencia allí ha encontrado acomodo evitando el relente,
y el bicho calienta la calle con ese inevitable bajío con el que saluda a
cuantos pasamos por la entrada del túnel dormitorio. Oler a olor.
Es una suerte para estas personas que se les hace imposible
salir del laberinto en el que entraron, me estoy refiriendo a los desdichados, y que por suerte pueden realizar sus básicas
funciones de higiene en el único servicio que se cuenta para ello. Los lunes a
la cola. ¿De donde salen tantos?
La verdad es que cuesta entender que interés tienen las dos
responsabilidades en hacer fracasar aquello, pues hasta que se caiga, no nos
queda otra. Dios quiera que con tanto bolardo no tenga que pasar una desgracia
para que los retiren. Autobuses en la Encarnación ¡Ya! Paradas en las escaleras. Puerta
automática. Será por hacer.
Sevilla a 16 de Julio
de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
No hay comentarios:
Publicar un comentario