domingo, 30 de marzo de 2008

Con el paso del tiempo (Hace un año)

En otras encarnaciones



Algo de mala suerte tuvo que haber de por medio, para que se dieran todos esos condicionantes cuyos resultados, vítores de la turbamulta, puedan aparecer ciertos por irreales. Pero es evidente que son, los que son.

A pesar del éxito divulgado, por la difusión y propaganda de sus aparentes bondades, que el tiempo dictaminará, es incluso hasta posible que acabe siéndolo, pero no era este el final soñado, ni mucho menos el mejor para una plaza de abastos que desaparece engullida por las modernidades, pero es evidente que si dejas que te construyan los sueños, también te lo acabaran como quieran.

Al menos, quedaran en muchas memorias, y en las hemerotecas, guardado un recuerdo de larga vida, en la que se encontrará esta historia de la A a la Zeta, donde los infortunios tuvieron un principal protagonismo, pero que además, fueron perfectamente secundados por los silencios del respetable, que según dicen, es ganarse al publico.

Paginas en las que quedaran almacenadas las luces y las sombras, los recesos y las aceleraciones, los aplausos, las broncas, las mil promesas electorales, junto a los presos silencios. Ocho lustros de cooperativismo, cuarenta años, para cuarenta puestos, tanto tiempo, para tan poco. Al menos, los pocos que consigan llegar, tendrán la oportunidad de hacer las valoraciones.

Pero en ellas quedará evidente que, cuando se altera el orden de los productos, si no es matemáticas, siempre aparece entre administradores y administrados una contienda, que no debería de existir, pues si la razón de estos están en el poder de la palabra, como única fuerza, que pueden hacer, cuando en aquellos, se instala la fuerza del poder, y no hay palabra, ni razón, que valga.

Queda claro que es cómodo situarse en el estandarte del silencio, todo un valor reconocido, para que el cesante se integre en una masa moldeable, peor se lleva lo contrario, que además de incomodo parece estar mal visto, diríase que se trata de una deslealtad, por lo que depreciada y sin más respaldo que el de una sonrisa de simpatía, o lo que es peor, que solo aparezca un beneplácito confidencial, y unos animosos consejos. Es lo que hay.

Posiblemente deben ser los temores, que aun no se ahuyentaron, del tiempo de los miedos, los que tienen en sus silencios los sustos del por si acaso.

El desolador resultado, de vuelta al ayer, hace que medite una retirada temporal a los cuarteles de invierno, para restañar la deteriorada coraza, y darle tregua al quebrantado corazón, para reponer fuerzas, pues quedaran muchas encarnaciones a las que espero que en compañía, aunque seamos pocos, trataremos de que en alguna ondee una guirnalda de sentido común.



Francisco Rodríguez Estévez

28 de Marzo de 2007

(Dia de la presentacion de las setas, aplausos)

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