viernes, 28 de marzo de 2008

COSA DE LOS IDUS

Cuando la verdad escuece

Se escapaba. Se nos iba de rositas este mes, el del los “idus”. Con eso de tantas pascuas y pregones como que se nos pasaba en blanco, como con un amago de amargo silencio blanco, casi de penitencias. Tal vez por eso de que, por atípico, fuera que salió raro de solemnidad, tanto, que mas parecía “ido”, como si de un “febrerillo” se tratara, y que incluso trajo un temprano azahar junto a calidas noches, siendo invierno, antes de anunciar la llegada de la primavera, y con esta, en su locura, cambiando el viento por agua, dejó caer para el estropicio una lluvia tan deseada como insuficiente, tan esperada, como inoportuna.
Así, cuando parecía que, aparte de sacar en los medios la misma foto, idéntica a la del pasado año, para repetir la misma secuencia, como si el tiempo estuviera detenido en la Encarnación, y volver a contemplar al gran banquete, con el desgraciado fondo de esa cosa, oportunamente, se vuelve a escribir unas líneas sobre lo de esta plaza de abastos de la Encarnación, cuando parecía que nadie se acordaba de ella.
Son los empresarios sevillanos, los que indican, entre otras situaciones, el hecho de lo de esta Encarnación, a la que dos años más de demora, (se dijo por seguridad) nadie tuviera responsabilidad sobre lo que allí acontece, y que por los medios sabemos que no ha gustado, cuando se contesta con los argumentos coletillas del aquello de épocas pasadas, a la socorrida sensibilidad, y a sistemático arabesco de los análisis profundos.
Nada mas convincente, que la responsabilidad, en esto de la Encarnación, explicara con la transparencia de la época actual, la actuación de lo llevado a cabo, con sus costos actualizados y sus atrasos, naturalmente más que justificados por la cosa de la seguridad, transmitiera la sensibilidad con la que han tratado este céntrico enclave, a las sevillanas y sevillanos, para que se nos ponga la carne de gallina, y traduzca el reflexivo y profundo análisis realizado, a los vendedores del mercado, al menos para que puedan saber si a ellos le salen también las cuentas que le hacen.
Antes de que los chaparrones de aguas mil lleguen, el de los idus, al menos, vació el jarro de agua, y todo parece indicar, que estaba fría. Y a eso no hay ningun dios que se acostumbre, y menos que le caiga bien.
Sevilla a 28 de Marzo de 2008
Francisco Rodríguez Estévez

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