domingo, 21 de febrero de 2010

Solo pasa el tiempo

Cuando encuentro en la memoria del ordenador, alguna carta que daba por perdida, me apresuro a colgarla en este blog, para que quede pueda ser leida. Esta tiene cinco años de actualidad



La idea, la ocurrencia

La idea de colocar unas palmeras de plásticos en una plaza que jamás tuvo una amable sombra vegetal, nos da la oportunidad de ver, con el experimento, el resultado sin tener que esperar que germinen los huesos de dátil, y su lento crecimiento.
El efecto conseguido, con el costo de una gaseosa, hubiera sido peor si para ello se sacrifican dos ejemplares del huerto del cura. Así, la idea, puede parecer buena, mala, e indiferente según de donde provenga, pero a fin de cuentas es algo subsanable. Pero aquello no pega tan solo porque que las altivas datileras ((Phoenix dactylifera), sean de plásticos, al tratarse solamente de un soporte lumínico, un adorno efímero, tal como una portada de feria que puede desmontarse, y aquí no ha pasado nada.
Desde la responsabilidad de Patrimonio se ha dicho, y muchos ojos le oímos, que viendo aquello no acababa de encontrar el calificativo, para que en esta ciudad monumental, se colocara aquello, que no deja de ser una iniciativa, una idea, un adorno comercial con fecha de caducidad, cuando si mirara a su alrededor vería otras que avergüenzan bastante más que las plastificadas hojas de dos palmeras, libres de sombras, en la umbría de la panadera plaza de los orfebres.
Ojala se pudiera realizar en cartón piedra la epatante cubierta, para ver el efecto que causan aquellas amorfas formas en los cielos de la Encarnación, plaza que siempre tuvo pseudo acacias en su perímetro, para no tener que padecer de por vida los resultados de la ocurrencia, internacional por supuesto, y así se evitaría a la ciudadanía de tener que contener viendo la cosa sus calificativos.

Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla 22 de Diciembre de 2005

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