miércoles, 11 de noviembre de 2009

La memoria en el olvido(como el monte)

De teselas y azulejos

Guardadas bajo llave permanecen, en algún remoto lugar, las cajas de teselas que contenian lo de la Encarnación y que en este tiempo de “impasse” forman pilas esperando a que pase el olvido, hasta que llegue el día en que pueda contar con las imágenes de los mosaicos, aunque sea descontextualizados, desubicados, y destrozados, una vez queden colocadas las piezas en el “antiquarium”, si no puede ser la historia, al menos un cuento.
En lo mas alto del parasol el espacio reservado a tal fin espera la llegada de los paneles solares que se amontonan en los almacenes de la sostenibilidad, solo queda fijar, en el reformado los soportes en la “nube” de laminado finlandés, el ensamble con resinas de nueva creación y patente de corso.
Tiene lastimosamente esto de lo de la Encarnación, demasiadas paradas técnicas que van dejando connotaciones para el recuerdo de lo acontecido, pero que cae fácilmente en el olvido, aun siendo historias para no olvidar.
En esta ciudad en la que el monte del olvido tiene dos cruces clavadas, como amores que han muerto, ¡Ay, Alameda!, y desde hace años permanece en el duelo, la memoria es algo que solo funciona cuando es histórica, como lo de la deuda, como lo de quitar nombre de calles de toda la vida, temiéndose que lo de la Encarnación se convierta en champiñón y la calle de nueva creación “pacto de progreso”.
Viene al caso que si las teselas romanas de la Hispalis tiene su cosa oculta, no lo es menos que Triana tambien tiene en sus cerámicas algo de lo que no nos enteramos, ni nos enteraremos hasta que la colección de D. Vicente Carranza nos cuente sus memorias en el Alcázar. Las cajas clasificadas aguardan a que la frágil memoria del efímero poder caiga en la cuenta de que el suyo se acaba ASI PASEN TANTOS AÑOS COMO LO DE LA ENCARNACION PROVISIONAL.
Los mosaicos romanos de Hispalis, y los azulejos pintados de Triana, permanecerán en el tiempo para contar sus historias junto con estas de olvidos caprichosos de un desmemoriado momento que el tiempo nos hizo vivir, pero no para olvidarlo, si no para recordarlo siempre, con solo ver aquello de la Encarnación.
Sevilla a 11 de Noviembre de 2009
Francisco Rodríguez Estévez

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