miércoles, 18 de noviembre de 2009

Digan, lo que digan, pero que sea verdad

Increíblemente cierto

Con la severidad que la ocasión merecía quedó dicho. Por increíble, parecía mentira, pero nada mas cierto. Nadie podía dar crédito a lo que escuchaba, ni tomar en serio sus palabras, ciertas, aunque poco acertadas, por mas que fueran emitida mas que con rotundidad, con nitidez.
No cabían dudas, pero como creer lo que se le escuchaba decir de lo de la Encarnación, si aquello, cosa empestillada que parecía imposible ver nunca acabada, queda zanjada ipso facto tan solo con sus declaraciones pre-inaugurales, dignas de tener en cuentan, que todo cuenta.
Cuentas, como las del cuento, es lo que se cuenta, siendo de temer que acabe siendo un cuento, por cierto, tal como lo que se cuenta de las increíbles cuentas de esta Encarnación que dice abrirá sus puertas cuando pase la Navidad. Cuentas del tiempo, cuentas provisionales, cuentas que saldar, viejas cuentas, la cuenta corriente, la cuenta nueva, el préstamo, y la cuenta de la suma de los gastos que apenas dejan un resquicio por el que escapar de la mano que nos duerme, sin mecidas, con hipnóticas cuentas.
Cuenta atrás para empezar. Cuenta, para contratar con el cuento de la parte contratante. Gastos generales, gastos estructurales, gastos suntuarios, gastos ponderados, gastos particulares, gastos personales, gastos y más gastos.
Costos: Costos fungibles, costos financieros, costos de mantenimiento, costos parciales, costos salariales, costos imperativos, costos impositivos, ora pro nobis, costos de personal. Impuesto municipal, autonómico y estatal, hacienda somos casi todos.
Contrato de luz, contrato de agua, contrato de gas, contrato de alquiler, contrato telefónico. Maquinaria, amortización de préstamo, seguro de vida, de accidente, de enfermedad, notario y procurador,
Cuentas, y cuentas. Parecía mentira, y no puede ser verdad, aunque es verdad que así se pudo escuchar. Pero lo de la Encarnación tiene otras cuentas, y otros días que no son los que se hacen, si no los que no se hacen, sencillamente por que después de esperar tanto, para peder, siempre tenemos el tiempo.
Sevilla a 18 de Noviembre de 2009
Francisco Rodríguez Estévez

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