lunes, 14 de julio de 2014




Lo sabe, no lo sabe
 

Hoy tenia que hacer referencia a Maricruz, pero ese será otro encuentro del que mañana, festividad de San Enrique me llevará establecer, nada menos que para reanudar la contienda que dio comienzo  donde somos todos.
Lo sabe, o no lo sabe, es lo que hoy nos preocupa, pues, tal como el concurso televisivo, cabía preguntar a alguien, en este caso, que sepa la respuesta, y para ello nadie mejor que el hombre de la vara.

A puro gritos, ¡Hombres de la vara, hombre de la vara!

En sintonía  con la pregunta, nos encontramos que en la conexión telefónica, al otro lado del inalámbrico, la respuesta es que lo sabe.

Lo podía saber, o no, y aunque no se tuviera duda, podía existir ese recelo de que el hombre de la vara no estuviera enterado, pero era evidente que, en lo de la puerta, se daba en la positiva respuesta por descontado. ¡Lo sabe!.

En esta batalla de la Encarnación, la puerta, después de tantos años ha venido a encontrarse, (que es un decir lo de encontrarse) nada menos que en medio del fuego cruzado. Que si me debes, que si no te pago. Que donde está escrito, que si lo firmo el doctor. En definitiva la puerta es un daño colateral de una guerra que comenzó cuando la vara y el metro dejaron de ser unidades de medidas, y pasaron a ser medidas de poder.

Cierto que toma el mayor fragor cuando lo del mimo, y se cambia de aliados en el pacto de los retretes, ¡Ay Alameda!, y la Guerra tiene que abandonar el frente, ¿Es el enemigo?

Cualquier cosa podía aparecer en el la encarnadura, dura dura, del concurso de ideas, a tal punto, que fue en un plis plas devolver a la empresa adjudicataria del hipogeo de los placeros, con lamina de agua, desaparición de la colonia, y del nudo de intercomunicaciones ni nombrarlo, todas las cantidades invertidas, incrementándole  el aumento legal por el lucro cesante de una obra imposible. ¿Pero quien recuerda esas cosas? Que lo pague el nuevo concesionario, constructor, adjudicatario, con los increíbles beneficios que logrará de todo esto. Ahora dicen que son perdidas.¡Es la guerra!

Puerta, puerto, mercado, plaza, aparcamiento, estación, y aeropuerto, es adjudicado a la baja que ya se subirá.

Un proyecto costoso, caprichoso, que en las primeras modificaciones, metálicas maderas, madera y mas madera, ¡es la guerra! en metálico y especies, (alguien recordará  la emboscada) ya había conseguido hacer prisioneros.

Lo de la puerta es una batalla perdida que ganara la guerra. Poco importa  por como esta la situación entre las fuerzas beligerantes, y porqué los damnificados se quedaron sin voz, tal como cuando el consistorio pagaba los alquileres de la provisionalidad y regalaba el costo de las licencias a los pobrecitos placeros.

Basta ver que las que aleatoriamente se colocaron el la sinuosa calle carece de sentido, siendo algo tan elemental como de aplicación del sentido común, pero ese escasea en el combate del silencio.

Se accede al flanco Sur por un bosque de veladores que desnaturalizan la entrada, y por el Norte el estoma del bicho da la bienvenida con un calido bajío que intencionadamente  deja escapar, para impregnarlo todo con el ponzoñoso olor de lo que larga.

La puerta imposible no existe, ni cumple con la Ley, tampoco es cosa que se negocie en esta guerra de intereses, en la que los placeros, victimas de su propia indolencia, ni tan siquiera son argumentos de un posible canje mercantil.

En la travesía central no se colocará la puerta de emergencia automática. En la travesía central se advierte como  acabará esta contienda de la que el público, el escaso público  que logra entrar huye del laberinto buscando la puerta donde no existe.

Lo sabe, pero que una puerta entre en un conflicto belicista nos da que pensar que con las responsabilidades de lo de la Encarnación  va a ser necesario tener que tomar mas de café. De momento mañana una tilita.

Sevilla a 14 de julio de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

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