martes, 23 de junio de 2020


Donde te invitan a café

Tiene la entidad carteles de invitación a café, tal como la Poyato, cafelito por aquí, cafelito por allá, y tacita a tacita. Pues eso con tanta invitación y basta una pandemia para que no seas nada, ya hacía tiempo que la llamada entidad financiera mas parecía un self-service, échese usted la gasolina y coja el guante, que es un reto de duelo,  pues son miles las manos que cogen la manguera, tal que fuera el teclado de las caja que puso cajeros en el exterior, y de ahí ya no hay quien pase.
Ninguna medida ni de higiene ni de seguridad aparece en la calle, ni una mínima señalización a ojo de la distancia social, no vale enfadarse no te harán ni caso las empleadas, el cometido tras la mampara parece ser abrir a aquellos clientes que obtuvieron cita previa. A mis llamadas siempre me habló una maquina, advirtiéndome que esta será grabada, y que a la mayor brevedad, tras explicar ampliamente el motivo de la llamada, me contestaría la persona indicada. Ni caso.
En un despacho granadino, se comenta que hubo un tiempo que si decían a este dale café, era para darle un paseo, pues el café altera los nervios. Desde la calle aun en la sucursal puede verse la cafetera, y las mesas con sillas, mas parece que no sea lo que es, pero sin cita te manda a paseo, ya no eres el invitado, ahora eres como quien lo montan en la furgoneta, y no existe cuenta que valga, pero que cuesta, digo que cuesta.
Lorca y Madrid: un idilio de 100 añosDonde te invitaban a café, nadie conoce el texto del estado de alarma. En donde ya no hay café, desconocen las medidas higiénicas para combatir a la covid19, que es hembra, como caja, como mesa, como silla, como cafetera, como cuenta, y ni te sirven un poco de gel para hacer lo que dice Simón, que por una vez se ha bajado de la columna el etilista hace de predicador. Lávense las manos, usen mascarillas, mantengan la distancia, la permanencia en suspensión de las partículas, pongamos el ejemplo del teclado o de lña pantalla, permanecen varias horas. En la cafetería ni modo.
Después de tantos intentos he conseguido cita, tempranito, a primera hora, para pasado tres días, no pienso tomar café, el empleado, o empleada no tiene culpa de mi enfado, ni responsabilidad en lo que se determina en la entidad cuando te dan café. Acaso dentro no saben que los miedos están en la calle, donde los cajeros automáticos, sin desinfección continuada, como la peluquería, la cajera del super, el velador del bar,  pueden ser una fuente de contagio que eche por tierra tanto confinamiento, tanta mascarilla, tanto y tanto como para que allí nadie sepa nada de nada. Son empleados.  
Sevilla a 23 de Junio de 2020
Francisco Rodriguez

No hay comentarios: