miércoles, 5 de abril de 2017


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Encarnación
martes, 23 de noviembre de 2010
Citius,fortis y ALTUS (ibericus, por supuestum)
Altus ibérico
Hoy buscando la suerte bajo la casulla de San Clemente, y encomendándome con un váleme, que mas me vale, como si santo y rey empezara una batalla para ganarla, tratando de encontrar otro camino con la “oración”, se podría decir que la cosa ha estado en no darle mas vuelta y tirar por el medio, para coger lo único que entendió una propuesta que a todas luces, con la potencia de las de antes, ofrecía con generosidad.
Fuera por lo que fuere, me vino como agua de Mayo esta calidad de gourmet a la que la adaptación tiene que ser rápida, no cabe medias tintas cuando esta en juego la exquisitez.
El cambio tiene que ser súbito, de inmediato, para subir varios peldaños de una vez con el temor de la caída, esa que mientra más alto mas duele, y a mis años que nunca me dio por la escalada, no le queda tiempo para entrenamientos de cordada y tengo que subir a lo “altus”.
Me llega tarde, cuando menos valor tengo y menos ambiciones, y es que el altus ibérico ya empieza a hacer sus efectos por cuanto comienzan las dudas del paso ascendente de vértigo, de miedo, de incertidumbre, tal como si fuera al altar, y no precisamente de los sacrificios.
El altus ibérico se sacrifica para ser idolatrado, y pienso que nunca tuvo ni tendrá mejores manos para venerarlo, que las manos cansadas de cortar parientes pobres que apenas generaban riquezas.
 El altus ibérico, siempre agradecido me debe de llegar con la cornucopia engrasada de marmorizadas vetas de fortuna, “all iron”, como en los mejores tiempos de los campeones.
Aire del norte del sur, Espino, Robledo, Monte, Bárbara minera, Setefilla loreña, cuanto recuerdo de veranos interminables a la orilla del Hueznar, y mira por donde, tan cerca, tan lejos, y cuando se acaba el orto para iniciar el ocaso, de nuevo se retorna al origen. Sal, del sur del sur, sal marina que endulza el Guadalquivir que baja cuando se hace grande por Cantillana, y sala con sus besos el mar, la mar, que remontan sollos invisibles atraídos por los aromas de pino que frente por frente a la casilla de faginado que siendo Huelva es cristal brillante como lagrimas que en la Jara cristalizan, y de nuevo la niñez me lleva a una infancia de “piletas” y “calzada” imposibles.
Altus ibérico, es la victima de un ritual de sacrificio para que se obre el milagro de la transformación en la trinidad perfecta de los elementos con su carne, su aire, su sal, y su tiempo. Ahora solo falta venderlo.
No dejen de pasar por este nuevo lugar que, ofrecido, ha sido aceptado como un enlace de ayer y hoy, para formar parte de mis propios orígenes, playa y sierra de Sevilla, El Pedroso y Sanlucar de Barrameda, la dualidad perfecta, que bajo las setas de mis duquelas, lo mismo acaban desvelando el misterio de mis carnes, y hago bueno aquel articulo que escribí hace muchos años en el prometía que cuando se inaugurara lo de la Encarnación brindaría con manzanilla, y mira por donde la profecía puede estar a punto cumplirse, y me gustaria que me acompañéis. No cabria mas “altus” honor.
Sevilla a 23 de Noviembre de 2010
Francisco Rodríguez Estévez

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