domingo, 18 de diciembre de 2016

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Desesperanza

Llega la Esperanza, como cada año anunciándonos la Encarnacion. En la de las setas ya le vino que para la inauguración no fuera algo esperanzador cuando se había pasado y en la desesperanza del día después los villancicos se cambiaron por batucadas, y el doctor no tuvo su día de gloria cuando buscó la salida desesperadamente por la puerta del sótano.
Hace seis años, y en la Encarnacion de las setas no aparece la puerta de escape, ni parece que tenga salida cuando apenas queda la esperanza de aguardar un futuro donde no se hace nada por abrirle paso. El futuro se abre a la esperanza, a pesar de que en lo de la Encarnación la desesperanza puede acabar cerrándole previsiblemente para siempre, tal que fuera un laberinto sin salida, sin puerta, que solo muestra la desolación.
En el laberinto de lo de la Encarnacion, la plaza municipal de abastos es su reflejo. La plaza esperada en la eterna provisionalidad por los “pobresitos placeros”, ahora hace seis años que le llego aquella jornada dominical como auspicio del doctor que en postrera ocurrencia tuviera el decidir qué pasada la Esperanza abrir las puertas de pesadas hojas aleatoriamente colocadas.
 Puertas de nulo sentido para un recorrido comercial, y  que pasado el tiempo, seis años, el desolado viario hace parecer que el futuro se hace cada día más incierto, mas aun  con la falta de puerta que se hace, de entrada más difícil, y de salida casi imposible,  por la enorme devaluación que hizo a los “pobresitos placeros” mas  si cabe por la falta de atención de las responsabilidades municipales, como ha venido a suceder.Resultado de imagen de plano de Sevilla 1800
En la desesperanza, en la preocupación de que por laxitud, esta plaza municipal en proceso decadente pueda desaparecer, cuando por su emplazamiento aun mantiene el halito de comercio que en la disposición de aquellos  otros placeros hace dos siglos okuparon el solar a nada que el francés se fue de najas, para que fuera  el referente comercial de la capital de Andalucia durante décadas.
En la actualidad bajo las sombras alargadas de descomunales estructuras de madera, al parecer inspiradas en las de una arboleda inexistente, un sinuoso callejón  a burdo remedo de “Cardo Maximus” escondido tras el parterre de la fusta, o tapado por la carpa repleta de sillas y mesas, dificultan llegar hasta las pesadas hojas de las puertas colocadas por pares, en un claro ejemplo del desacierto.
Resultado de imagen de todo está perdido cuando los buenos sirven de burla En la Esperanza de que la entrada pueda favorecer una salida de urgencia, no solo porque la cosa está que arde, al menos para entender que los responsables municipales estén después de seis años en la labor de cumplir la Ley de Accesibilidad, y se coloque puertas automáticas que lo mismo es el principio de una esperanzada recuperación.
Sevilla a 18 de Diciembre de 2016

Francisco Rodríguez Estévez

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