jueves, 7 de enero de 2016

Resultado de imagen de pavos en la Encarnacion
Y no hubo nada

Jugando con el ordenador que me dejaron los Reyes Magos, concluyeron las fiestas, que cada año resultan más largas, de la Navidad. Dicen que es cosa del consumismo pues se  las inicia con tanta antelación que quien quita que cualquier año del  futuro, el tiempo de las saturnales empezará en las perseidas.
Acabo de guardar las figuritas del Nacimiento que siempre se ha puesto en ni casa. Lo monto en la Esperanza, y coloco la figurita del Niño el día de Navidad. Es una costumbre que mantengo.
 A veces he pensado colocarlo como elemento decorativo en la vitrina de la carnicería, donde los rayos solares y la reflexión de la luz hacen que los productos que expongo no sean advertidos por el público, por lo que si colocándole luces intermitentes, llamará la atención de los pocos clientes que pasan por la desértica calle, sin puerta automática.
Ya en la provisionalidad se colocaban nacimientos en algunos puestos, pero no estoy seguro que los hubiera habido en el antiguo mercado. En aquel tiempo, tiempo de candelas y plumas de pajaritos, zorzales y estorninos, hoy aves protegidas,  los gallos, los conejos y los pavos se vendían vivos e incluso eran sacrificados delante del cliente tal como podemos ver en documentales de algunos países orientales.
Son los cambios de los tiempos, ahora solsticio, en los que las plazas municipales de abastos no solo reduce el número de sus vendedores de forma alarmante, pues siguen sin llegar a alcanzar los clientes que en otros tiempos hacían que la plaza municipal fuera negocio, por lo cual el laberinto se hace por días un lugar decadente y solitario .
De siempre los mejores bares y restaurantes hacían gala ser compradores de la Encarnación, cocina de mercado, en la actualidad estos adquieren sus productos en almacenes y cadenas de bajo precio. Por suerte aun hay clientes fieles que compran en la Encarnación porque quieren ofrecer las raciones y tapas, en sus menús y en sus cartas auténticos productos de calidad.
Es cierto que la mayoría hacen sus pedidos por teléfono por lo que apenas se les ven hacer sus compras, pero por suerte aun quedan profesionales del sector como Santos que ha venido inquebrantablemente realizando sus compras diariamente en esta plaza de la Encarnación en sus tres edificaciones, por más de cuarenta años, y  siempre encontrando el producto más fresco y de más calidad en el que los placeros agradecen su confianza, y que los clientes de su bar de la calle Acetres, dan cuenta de su garantía.
Ha pasado todo, y no hubo nada de relevante en este jueves que parecía lunes pero con pescado, y allí en la plaza de abastos estaba Santos haciendo su compra. Ni que decir tiene que cuando inauguremos la puerta automática, Santo, Santo, Santo, tendremos que celebrarlo.
Sevilla a 7 de Enero de 2016

Francisco Rodríguez Estévez

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