Acabo de leer que donde escriben en euskera, que visto el panorama existe un
estudio que indica que serán más de 6.500 los pequeños y medianos comercios que
cesaran su actividad por jubilación, y no encuentran la idónea persona para su
continuidad. Ni me he parado a pensar si ese es el número previsible en las
vascongadas, que no serán los que echen el cierre en esta Andalucía de ERES,
sin presupuesto para la formación. La noticia dice que oficialmente se ha
creado una oficina de intermediación, lo que viene a ser que a través de esta se alcance con la adecuada tutoría
y asesoramiento el justo equilibrio entre las partes, lo que lleva al mutuo
beneficio .
Sera algo a tomar
ejemplo, pues es absolutamente cierto que “los automonos” con cotizaciones mínimas
solo alcanzan a tener jubilaciones de miseria. No es fácil que aparezca alguna
persona que desee continuar en estos pequeños negocios que aun siguen teniendo
escasa rentabilidad, a pesar de los
altos costos que soportan. En mi caso septuagenario, con más de 59 años en el
ejercicio y treinta y cinco de cotización mínima, el jubilo apenas supera los
800 euros, una cantidad a todas luces insuficiente para cubrir el costo vital,
por más que sean miles de personas que ni tan siquiera alcanzaran esta cifra, y
otros tantos miles que a tenor de las viviendas, coches, y embarcaciones que
nos muestra las imágenes del los ciclistas, no alcanzo a calcular sus ingresos,
ni como los consiguen.
Esta puerta al estanque dorado, en cuyo dintel me encuentro
irremisiblemente, por aquello de que la puerta automática aunque se le pueda
caer en las espaldas al grupo de visitante, no es ni tan siquiera puerta
giratoria, y esta la dispusieron en la ruinas de la Encarnación, justo en el
sótano.
Hoy las noticias me hacen ser más optimistas no porque las
actuaciones que se llevan en el Norte, tenga una aplicación inmediata para
evitar que tantas persianas se bajen definitivamente y deje de encontrarme en
este dintel de una puerta inexistente que abocara a tantos otros a una ruina a
corto plazo en esta galimatica plaza.
Para subir, hay que bajar abajo, la ruina se encuentra en el
laberinto, y en la Colonia apesta. El “bicho, cierto es que ya no brama, tal
que fuera “japuta” pero larga, lo que larga. El suelo de cristal es vertedero,
y el soplo cálido impregna de ponzoñosas partículas de los aromas propios de
los atoramientos hebdomadarios. La calles se hacer bar de copas, y la sinuosa
esconde definidamente las puertas modernistas que se guardaban junto a los
desaparecidos retretes privatizados.
Hoy las nuevas fueron que desde la responsabilidad, me
informan a través de mail que han tomado nota de este asunto de la puerta y
prometen nuevamente que recibiré las
buenas noticias lo antes posible. Creo que alguna vez abandonare el dintel, y
ya me gustaría permanecer dentro, al menos hasta que en esta ciudad tomen nota
de lo que sucede en la pequeña comunidad autonómica del Norte de España, y los
autónomos puedan jubilarse por la “puerta”con algo más que dignidad, aunque
solo fuera para cubrir los gastos de tantos años sin salida, y peor aun, sin entradas. Pasen, pasen y vean.
Sevilla a 21 de Enero de 2016-
Francisco Rodriguez Estevez
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