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Si la palabra del Delegado, palabra dada desde la
fraternidad de la Encarnación ,
se queda solo en la autorización de la colocación de un estor, apaga y vámonos.
Me temo que eso no sea lo moderno en tanta vanguardia. Más parecería patochada.
No es que me importe realizar una solicitud por escrito para
la colocación de este, u otra solución, con tal de que pueda evitarse los
efectos negativos de la reflexión de la luz en los curvos cristales de las
vitrinas, pero para nada aporta mas que la intencion, y menos para el costo de
esta mala solución, pues, como el Delegado bien sabe, lo único que puede paliar
tanto daño ocasionado, por mas que el fuera entonces irresponsable de esto, es
la apertura de una puerta automática, que además es algo obligatorio por la Ley de Accesibilidad, y como
no. ¡ Por higiene!.
A la empresa adjudicataria Sacyr, teniendo tantas cosas por
reparar, y cuando menos colocar la puerta automática, y de paso ir reparando
los múltiples desperfectos que por el uso, y la baja calidad de los materiales
empleados, se me hace difícil que quiera aportar el costo de esta idea de los
estores, o lo que sea.
Ni modo de que pueda salir de mi bolsillo, después de haber
costeado los herrajes de la cámara, y los tubos fluorescentes de una ínfima
iluminación.
Lo que puede hacerse es contar con un patrocinador que
utilice “aquello que allí pueda evitar los reflejos” como soporte para su
publicidad, y me inclinaría por alguna empresa de carnes, o jamones y
embutidos, mejor que cerveza, o cola.
Pero hete aquí que la cara de sorpresa del Delegado, parecía
decirlo todo, o no podía autorizar el artilugio, o en tiempos en el que la
publicidad manda, la Encarnación
estuviera condenada a la transparencia del fanal, cuando tantas sombras, puede
apreciarse tras los reflejos de las vanguardias.
Mala publicidad es esta, cuando no esta dispuesto a acatarla, peor, mucho peor, cuando los criterios son divergentes.
Siempre me acuerdo de aquellos que se hicieron un cuartito
en su parcela del campo, no urbanizable, y los metieron en la cárcel, por
desobediencia, le derribaron aquello y el Ayuntamiento de su localidad le paso
la factura, y además le impusieron una multa de varios miles de euros.
Sevilla a 24 de Abril de 2014
Francisco Rodríguez Estévez
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