jueves, 24 de abril de 2014


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Si la palabra del Delegado, palabra dada desde la fraternidad de la Encarnación, se queda solo en la autorización de la colocación de un estor, apaga y vámonos. Me temo que eso no sea lo moderno en tanta vanguardia. Más parecería patochada.

No es que me importe realizar una solicitud por escrito para la colocación de este, u otra solución, con tal de que pueda evitarse los efectos negativos de la reflexión de la luz en los curvos cristales de las vitrinas, pero para nada aporta mas que la intencion, y menos para el costo de esta mala solución, pues, como el Delegado bien sabe, lo único que puede paliar tanto daño ocasionado, por mas que el fuera entonces irresponsable de esto, es la apertura de una puerta automática, que además es algo obligatorio por la Ley de Accesibilidad, y como no. ¡ Por higiene!.

A la empresa adjudicataria Sacyr, teniendo tantas cosas por reparar, y cuando menos colocar la puerta automática, y de paso ir reparando los múltiples desperfectos que por el uso, y la baja calidad de los materiales empleados, se me hace difícil que quiera aportar el costo de esta idea de los estores, o lo que sea.

Ni modo de que pueda salir de mi bolsillo, después de haber costeado los herrajes de la cámara, y los tubos fluorescentes de una ínfima iluminación.

Lo que puede hacerse es contar con un patrocinador que utilice “aquello que allí pueda evitar los reflejos” como soporte para su publicidad, y me inclinaría por alguna empresa de carnes, o jamones y embutidos, mejor que cerveza, o cola.

Pero hete aquí que la cara de sorpresa del Delegado, parecía decirlo todo, o no podía autorizar el artilugio, o en tiempos en el que la publicidad manda, la Encarnación estuviera condenada a la transparencia del fanal, cuando tantas sombras, puede apreciarse tras los reflejos de las vanguardias.

A estas que hoy aparece una información en un medio, una pequeña columna, en la que vuelve esto de la Encarnación a estar en el candelero, pues es el Delegado de Urbanismo el que no está dispuesto a cumplir ninguna sentencia, por muy demoledora que sea, con la gravedad que supone la desobediencia al Tribunal Supremo de Justicia de Andalucía. A estas nos encontramos, un Delegado que no pone una puerta por aquello de las transgresión, por mas que sea para cumplir una Ley, y un no a la publicidad, pero no tenemos la explicación, y por otro lado, el Delegado que transgrede con el incumplimiento de una sentencia.
Mala publicidad es esta, cuando no esta dispuesto a acatarla, peor, mucho peor, cuando los criterios son divergentes.

Siempre me acuerdo de aquellos que se hicieron un cuartito en su parcela del campo, no urbanizable, y los metieron en la cárcel, por desobediencia, le derribaron aquello y el Ayuntamiento de su localidad le paso la factura, y además le impusieron una multa de varios miles de euros.

Sevilla a 24 de Abril de 2014

Francisco Rodríguez Estévez

 

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