Nequaquam
Dicen
que esto de la Encarnación se acaba, que este será su ultimo aniversario en la
eterna provisionalidad, pero más parece que nequaquam, pues lo anunciado no
queda reflejado en los actos para la efeméride. La incertidumbre que genera ver
aquello, hace crecer los recelos al punto de que, tal vez, no se tenga nada
preparado al carecer de la consecuente alegría como para ponerle el jubiloso colofón,
lo que indica que ese prudente silencio amordaza algo de temer, en
contradicción con su feliz necrológica.
La
Encarnación se reencarnará en nadie sabe que cosa, una sombra, tal vez un sueño,
una modernidad con plaza de abastos municipal incorporada, plaza publica en la
azotea, restaurante en las umbrelas, antiquarium en los sótanos y garaje para
los servicios propios del mercado, toda una rareza donde alcanzar el nirvana del
futuro, el paraíso perdido, en el que solo unos cuantos, de aquellos que tienen ese punto de vista, mas de creencia por
fidelismo, que de realidad, mantienen ese hálito de esperanza. Y es que “esto” de la Encarnación, además de
tener sus misterios inescrutables, hace sus pinitos para alcanzar el grado de
dogma, con lo cual lo pone todo imposible de comprender, pues ya cuesta que
semejante fecha pase inadvertida.
Se
anuncia su final, y se proclama una nueva encarnadura como si de una resucitación
se tratara, pero ni se anuncian fastos ni se proclama el evento, (es decir lo
imprevisto), de nada mas allá de la anunciada demora proclamada para la próxima
primavera, para cuando las tórtolas turcas comiencen sus anidamientos en el
acogedor andamiaje de pino finlandés plastificado, y las células fotovoltaicas,
como si adrede se olvidaran, si acaso sean, a todas luces, merecedoras de una
sanción económica.
De los
noventa y tres vendedores que llegaron a la provisionalidad que agoniza después
de treinta y cuatro años, que ya es hora, resulta más que lamentable que solo
cuarenta, por capricho, para nada por falta de espacio, tendrán la opción de
continuar, en un ámbito de modernidad, con su sistema de venta, aunque es de
temer que no sea por mucho tiempo. Tiempo, al tiempo.
Sevilla
a 22 de Septiembre de 2007
Francisco Rodriguez
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