jueves, 24 de abril de 2014


Nequaquam

Dicen que esto de la Encarnación se acaba, que este será su ultimo aniversario en la eterna provisionalidad, pero más parece que nequaquam, pues lo anunciado no queda reflejado en los actos para la efeméride. La incertidumbre que genera ver aquello, hace crecer los recelos al punto de que, tal vez, no se tenga nada preparado al carecer de la consecuente alegría como para ponerle el jubiloso colofón, lo que indica que ese prudente silencio amordaza algo de temer, en contradicción con su feliz necrológica.

La Encarnación se reencarnará en nadie sabe que cosa, una sombra, tal vez un sueño, una modernidad con plaza de abastos municipal incorporada, plaza publica en la azotea, restaurante en las umbrelas, antiquarium en los sótanos y garaje para los servicios propios del mercado, toda una rareza donde alcanzar el nirvana del futuro, el paraíso perdido, en el que solo unos cuantos, de aquellos que  tienen ese punto de vista, mas de creencia por fidelismo, que de realidad, mantienen ese hálito de esperanza.  Y es que “esto” de la Encarnación, además de tener sus misterios inescrutables, hace sus pinitos para alcanzar el grado de dogma, con lo cual lo pone todo imposible de comprender, pues ya cuesta que semejante fecha pase inadvertida.

Se anuncia su final, y se proclama una nueva encarnadura como si de una resucitación se tratara, pero ni se anuncian fastos ni se proclama el evento, (es decir lo imprevisto), de nada mas allá de la anunciada demora proclamada para la próxima primavera, para cuando las tórtolas turcas comiencen sus anidamientos en el acogedor andamiaje de pino finlandés plastificado, y las células fotovoltaicas, como si adrede se olvidaran, si acaso sean, a todas luces, merecedoras de una sanción económica.

De los noventa y tres vendedores que llegaron a la provisionalidad que agoniza después de treinta y cuatro años, que ya es hora, resulta más que lamentable que solo cuarenta, por capricho, para nada por falta de espacio, tendrán la opción de continuar, en un ámbito de modernidad, con su sistema de venta, aunque es de temer que no sea por mucho tiempo. Tiempo, al tiempo.

Sevilla a 22 de Septiembre de 2007
Francisco Rodriguez

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