En la calle
Ver la Semana Santa por las calles de Sevilla tiene su encanto, pero cansa. Acaso esperando que me confirmara la disponibilidad de dos silla que la familia tenemos en carrera oficial, y que nietos y sobrinos han tomado posesión ya no tengo otra que buscar el andar de los pasos por las calles, cosa que también tiene su edad, para la que ya no estoy.
Llevo varios días con ese dolorcito que cada primavera me acompaña y palio gracias a la perfecta combinación de nolotiles y parancetamoles.
Llega la tarde y no me da tiempo para un descanso, le envío mensajes para quedar, pero se que es harto difícil que oiga la llamada del teléfono guardado en la cartera dentro del blindado bolso de cremallera repleto de cosas. No había manera.
Ya cuando tenía decidido ver las cofradías sentado, el mensaje esperado llega, dice "estamos viendo San Bernardo",(pienso será por la Alfalfa) continua, "después, La Lanzada por la Alameda". ¿Donde la podré localizar?, estoy por la ronda. Me encamino hacia San Pedro intuyendo un trayecto lógico. En Imagen me envía la localización. Allí estaban.
La chaqueta celeste le favorece, la sonrisa de rostro mantiene un encanto jovial que oculta el dolor de su contractura, hoy está acompañada de su hija Charo y de sus nietos Rocío, Alejandro y Adriana, buscamos el camino de ir a la Alameda. Rocio es una niña muy buena, con un cuerpo de adulta, igual que Alejandro pero son dos niños, igual que Adriana, juegan entre ellos.
Una llamada avisa de que se incorpora María que es otra nieta, y viene con sus biznietos Gonzalo con madera de futbolista caro, y del pequeño Diego, un Ángel de algodón de azúcar y ojos color del cielo. Y también Darío, que es el padre.
Por San Martin, ya la Virgen iba por Alberto Lista, (el programa dice Trajano), por lo cual avanzamos por calle Morgado emplazándonos en lugar en principio apropiado esquina con calle Delgado. Mi gozo en un pozo, la cruz se desvía a Jesús del Gran Poder, el tapón acumulado de tantas personas apenas deja ver un trocito del paso.
A Longinos montado en su corcel si lo pudimos ver, y en el forzado escorzo de la cabeza evidenciaba la contractura del cuello que le delataba el dolor, y es que tanto tiempo estando de pie dentro de una muchedumbre no es la Gloria, y es que sevillanos en la gloria de la calle ya no es algo que se disfrute pues se hace harto difícil. Cuatro horas de caminatas y parones, hoy hemos visto al Cristo de Illanes, por la espalda.
Acaso el tiempo del pequeño Diego amamantado en la multitud de la esquina a sones de “La Madruga” era lo más parecido a la Gloria, porque daba gloria verle y también fue otra gloria la sabia decisión de dar por terminada esta jornada de procesiones en Sevilla. y que se augura será larga.
La televisión me ofrecerá la retrasmisión de todos los pasos, y la llamare para preguntarle cómo se encuentra.
Sevilla a 16 de Abril de 2025
Francisco Rodriguez Estevez