martes, 6 de diciembre de 2022

pobreza

 

martes 14 de febrero de 2012

Para comer


La pobrezaEn la provisionalidad, cuando aun creíamos que éramos dueño de lo propio, el personal de servicio mantenía a raya a los descuideros que rara vez accedian, sabiendo que eran facilmente localizados, y ellos mismos abandonaban el lugar sin derramamiento de sangre, por lo cual la clientela se sentía segura al realizar allí sus compras, aunque en ocasiones, pocas, aparecía la desagradable sorpresa del “extravío”, a pesar de la vigilancia que se ejercía, y con ella, indudablemente también se evitaba que la indigencia, mas que poner la mano lastimosa, pudiera meterla lastimosamente.
En lo de la Encarnación, con tantas curvas, cristales y columnas, por suerte se está reparando todo el sistema de desagues que propagaba el caracteristico aroma definido entre banco de iglesia y Dinamarca y que invade el mercado, donde el personal de seguridad ejerce demasiadas tareas, y peor aun es, que en el laberinto del trazado de aquello la vigilancia se les hace harto difícil, para poder controlar las distintas calles, con demasiadas columnas, y escondites, donde fácilmente puede ocultarse cualquiera que lo pretenda, y ademas, con unas aleatorias puertas, junto con otras salidas de servicio y de urgencias, hacen que faciliten el escape de las muy habituales amigas de lo ajeno, sin que estas puedan ser controladas visualmente, o cuando menos, evitar con el seguimiento la previsible actuación, ya que no es posible bloquearle la entrada.
En la desértica calle, ese fondo de saco sin entrada ni salida, donde aun falta la rotulación del puesto, ese que la reflexión de la luz del día hace que en la vitrina aparezcan los edificios de la plaza, y los azules cielos de este invierno sin lluvias, lugar solitario por donde apenas pasa el publico, pues crean que allí no hay un solo día en el que no lleguen varias personas pidiendo, y es evidente que la cosa está muy malita, ya que las tres que me tocaron en el día de hoy, acaso creyendo las pobres que mi generosidad es ilimitada, pues quizás debieron notarme mis apreturas, que ninguna me pidió dinero, todas solicitaron cosa que comer.Evidentemente nos ha llegado la pobreza en esta nueva de las setas donde no dejamos de ser inquilinos subarrendados,y el personal subcontratado a una empresa de servicios no puede hacer gran cosa, pues siempre le cogen las vueltas. Esperemos que se demore el hurto
Empieza a ser un gran problema tanta visita, es tal el numero que en ocasiones pienso que a mi vienen todos los que piden, acaso mi demostrad debilidad se lo transmiten entre ellos, y acuden en tropel, pues generalmente existen quienes no son tan solícitos a estas necesidades que se me antojan acuciantes.
Algunos es que no dan nada, especialmente aquellos que podían sin quebranto ser un poquitín más benefactores de estas criaturas, suelen rechazar de plano su presencia argumentando que si no se diera nada, lo mismo no volverían.Y puede que lleven alguna razón, y acaso eso me pasa por darle siempre algo a todo aquel que me pide, pero es que no puedo evitarlo pues, estando la cosa mal, aun prefiero dar a tener que pedir , y eso que hay días que, para que cortarlo.
Pero a pesar de que posiblemente esté para pedir, todos, hoy, como siempre se llevaron su parte, y eso me pierde, pues no le quepan dudas de que estos mas pronto que tarde vuelven, pero mira por donde me alegro de que estas tres familias hoy puedan comer algo caliente, por mas que mi recibo de luz me tenga con la mantita en las piernas, y la sabanita de franela portuguesa sobre los hombros, para no quedarme helado contando el único billete de diez euros que me quedó en la cartera, y que evita que pueda ir a la peluquería a quitarme las greñas de pobreza que abriga mi cogote, nevado por los años, que una cosa es el frío que estoy pasando, y otra la metafora

Francisco Rodriguez 
14 de Febrero de 2012 

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