miércoles, 7 de abril de 2021

siete del cuatro

 

Siete del cuatro

Seis del diez, treinta del once, treinta y uno del doce, treinta y uno del uno, veintiocho del dos, treinta y uno del tres  y siete del cuatro, hace ciento ochenta y cuatro días que no remite el dolor de mi pie izquierdo, que se mantiene a la espera de que telefónicamente sea “visto” por el traumatólogo. Posiblemente en dos semanas.

No ando bien, pero ando mejor que por Octubre, mantengo la mínima dosis de antiinflamatorio, y gracias a calmantes combinados voy tirando. 

Toda una tabla de estiramientos y masajes, junto con la aplicación de ejercicios “recomendados” por otros “padecedores” de similares  algias, me hicieron probar en vano intento, incluso  con técnicas casi de contorsionista, y que evidentemente son irrealizables, ya que tendría que aligerar mi silueta, cosa que me vendría bien, para lograr aunque solo fuera alcanzar a cruzar las piernas.

En todo este tiempo he caminado a diario, en ocasiones llorando por el tortuoso camino del intramuro clavando en el pie la dureza del granito que fue recuperado de otro tiempo, y ya cuesta caminar, más cuando se hace lastimosamente.

 Coincide estos tiempos que la covid se lleva tantas personas, que la malaventa toma cariz de tragedia en el acristalado fanal que poco parece, en su laberintico viario, plaza municipal de abastos, por más que se mezclen luminarias con persianas de duelo bajadas hasta el suelo.

A la espera de la consulta telefónica del médico de familia, y habiendo concluido la rutina de los ejercicios me lleva un tiempo levantar las piernas como parte de la recuperación, y me hace pensar cuantas personas le habrá ido la vida creyendo resistir. 

Hoy después de algún tiempo volvió María, sigue admirable en su temple jovial, ESE QUE aun siendo mayor se mantiene con una evidente fortaleza natural envidiable, trae la noticia de que el Coronel se ha marchado sin cumplir los cien, le hacía ilusión, a faltado POCO, pero el enemigo le vino disfrazado impidiéndole realizar los paseos, AQUELLOS que erguido como un GRAN roble, realizaba por el amplio pasillo de mármol blanco que circunda el precioso patio de la vivienda.

En este tiempo de malasventas, mascarilla y confinamiento, llevo muchas ausencias contabilizadas de personas que conocía, algunas más LAS que cerraron sus establecimientos, y cuantas SE quedaron sin trabajo, y algunas otras, como el Coronel que se marcharon.

 No me puedo quejar de mi inflamada pierna, PESADA COMO BOTA DE PICADOR cuyo dolor irradiado me lleva a INDUBITADAMENTE A  soportarlo,  al menos tengo la posibilidad de que hoy me llame el médico, y tratare de que vea por teléfono como ha mejorado el pie que nunca llegó a ver, y que aliviado  EN EL TIEMPO, he tenido que soportar sin saber que lo produce, y POR LO TANTO ESTOY confiando que se recupere definitivamente. ¡Qué cosas tiene la pandemia!

Sevilla a 7 de Abril de 2021

Francisco Rodriguez

 

 

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