Hoy hace nada menos que ciento ocho días que en la puerta de
la Esperanza, donde se puede decir que empieza las fiestas de continuidad en
esta callada mariana ciudad, tuve el casual encuentro con el Delegado que también
lo es del casco histórico, y entre Navidad, llámese también Solsticio como
gustaba a un anterior responsable en la irresponsabilidad de lo de las setas, los quinarios y septenarios, que tanto gustaba
a otro por el papelón de adobo que solía ser presente de invitación sabiendo la
debilidad de este, que acabó confesando hartito de cazón, que los perniles de
Aroche sin duda gozaban de su preferencia.
Qué decir de las reuniones de seguridad como consecuencia de
la nuestra Semana Mayor, cuando comparte espacio con otras actividades “primaverales”
tan propia en estos por los que vienen
un gran numero gentes de todo el mundo, y no precisamente para contemplar el
capricho del doctor , cuando era responsable e hizo cálculos de los cientos de
miles de personas que se sentirían atraídas por este micologico conjunto que a
la fechas tendría cubierta la considerable partida económica, cuando lo cierto
es que nos llevará años que no alcanzaremos para que las cuentas se liquiden.
Sin tregua se enlazan las fiestas mayores en este trencadis,
como cartel anunciador de todo lo que acontece en esta ciudad que sus puertas
son de maquetas, y nos metemos sin pausa en Feria donde no faltaran los anti-taurinos,
y como cada año, se volverán a estudiar la ampliación del número casetas, y un sistema de líneas de autobuses eficaz, que bien podría tomar el ejemplo de la
Expo que sin duda fue excelente.
Es dura la tarea de edil en esta que faltan sillas, sobran
sillitas y se colocan vallas donde vayas, por seguridad, que faltan casetas, y
sobran litronas, vayas donde vayas, por seguridad, pero lo de la puerta de la
plaza municipal de abastos de la Encarnación , aparte de que puerta por
seguridad, también lo es para cumplir la Ley de Accesibilidad en los edificios públicos,
e incluso para mejorar el espacio donde los placeros huyen en espantada por los
altos costos que se generan donde el
solo entrar entraña dificultades, y ni les cuento dentro del laberinto. Al
menos los del lejano Oriente, entran en bandadas para utilizar los aseos, cuyos
costos agua, limpieza, seguridad, electricidad, papel, jabona y otros elementos
corren por cuenta del prorrateo que la adjudicataria, junto con otros ignotos
lugares dentro del galimatico diseño, deja caer, como bien los llamó el doctor,
sobre los pobrecitos placeros. Pero de
puerta, nada, de nada.
Sevilla a 3 de Abril de 2016
Francisco Rodríguez Estévez
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