En la puerta de la basílica, dijo el responsable, que lo de
la puerta de la Encarnación, puerta automática para cumplir con la Ley de
Accesibilidad, estaba en otras manos, las mismas que por callejuela Regina, dos
meses después asevera que lo tiene en
marcha, y negociando con la concesionaria su instalación. Vamos, que estando
sobre la mesa no se le olvida.
Sorprende que la responsabilidad tenga que negociar el
cumplimiento de la Ley, mas cuando solo bastaría una comunicación a la
concesionaria, en la que además cabría de recordarle a esta quien gestiona la plaza
municipal y por lo tanto no habria más que colocarla según se desprende de lo
expresado por el adjudicatario, que afirma que no tiene ni tuvo petición al
respecto. Los unos, y los otros.
De nada vale llegado a este punto, el argumento de la
posible alteración del germánico diseño, pues como se puede comprobar, en el
previsto viario publico bajo la escalera Sur ese pasillo que propiciaría la llegada hasta la
plaza municipal de abastos y al paso poder contemplar las ruinas de Híspalis bajo la
cristalera, resulta que ahora es un bar de copas con fumaque, que esconde a todos la ruina del
pasado está convertida en floreciente negocio.Y que decir de las modernistas puertas apilables de la calle cubierta, ahora emparedadas para siempre.
Sin puerta, evidentemente la ruina aparece en la desértica
plaza municipal de abastos, donde el laberinto hace que las aleatorias sean entre
otras deficiencias, motivo de la misma en la que sucumbirá los placeros de no
llevarse a cabo una actuación correctora, o cuando menos corredera y automática.
Los placeros por un lado, que poco pueden hacer,y ni lo intentan, y por el
otro la responsabilidad que no hace nada de nada, llegan por diferente lasitud al punto convergente de hacer la dejación de sus derechos, y que la concesionaria aprovecha, para
dejar pasar los días en ese limbo que tanto le debe de reportar.
Cuando la caja de la Semana Santa instala su carpa en la
azotea, y Pilatos lava sus manos en los sótanos de esta Encarnación de espectáculos,
colmatada de bares, llega a preocupar el destino de esta que sin otra salida
que le evite el final que acontece, con toda seguridad fenecerá bajo la madera,
¡como si no! .
Sevilla a 21 de Febrero de 2016-
Francisco Rodríguez Estévez
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