sábado, 17 de octubre de 2015

Resultado de imagen de UCI puerta
Dura lo que dura

La provisionalidad eterna es una medida de tiempo que tiene una duración de treinta y siete años dos meses y diecinueve días. Ese fue el periodo en el que los placeros de lo de la Encarnación soportaron en un insufrible bidonville bajo los asbestos. Parecía que aquello  nunca se iba a terminar pero evidentemente todo dura lo que dura.
Aquello que empezó en idilio con el consistorio hacía temer que fuera como un matrimonio a la antigua, un vinculo indestructible de los placeros hasta que la muerte lo separe. No será posible que sin rectificaciones lo de las setas dure una provisionalidad, pues cuando se ha cumplido el primer lustro, que también es medida de tiempo, se le acelera un final galopante como la propia vida.
En la puerta del templo de la Esperanza me encontré con quien conocía de hacía muchos años de compartir afición. No lo veía desde hacía más de un lustro. Tenía buen aspecto para ser octogenario avanzado.
Cuando le pregunte por su esposa, me comento que había fallecido al sufrir una caída y recibir un fatal golpe en la cabeza. Más de sesenta años como pareja, y en menos de  uno, desde que ella encontrara la muerte, el ha vuelto a encontrar, inesperadamente dice, lo que llama una nueva vida. Dos pisos, dos sueldos. La muerte, en ocasiones, hace la vida menos dura.
Tengo el convencimiento que lo de la puerta, después de pasar un lustro no puede llevarse mas tiempo, y se colocará antes de que la laberíntica plaza municipal de abastos alcance la muerte comercial, y tenga la metamorfosis de una nueva vida gastrobarica.
Justo allí, donde hace para un lustro, que espero a diario que lo antes posible se instale  la puerta que busca el público inútilmente, nos encontramos con un compañero del colegio, de cuando niños, de los años cincuenta, no somos amigos,  pero siempre nos hemos saludado en cuantas ocasiones nos cruzamos a lo largo de toda la vida. 
Resulta que cuando le pregunto qué hace para estar tan fino, su señora, septuagenaria, me informa los motivos, y me dice que ha sido un verano terrible cuando ha estado a punto de que se le agotara la duración  de un ciclo vital cuando inesperadamente  le llego el bocado en el corazón del que por suerte pudo salir por la puerta, que le conduce a la vida.
Les cuento que este verano, duro verano, la cosa estuvo dura, donde lo inesperado parecía ser lo esperado en la desértica calle, donde los mordiscos no fueron al corazón, pues los más duros no fueron al anular, por más que perdiera cacho, y que después de más de cien días aun necesita medicación, pues el mayor bocado lo tuvo la cartera de las malas ventas.
El laberinto de las setas y sus aleatorias puertas lleva un lustro sin que le ponga la salida, y entrada a la misma vez, doble uso, por más que parece que se puede salir de la crisis, mas difícil se hace poder encontrar la puerta automática de entrar y salir sin manos, que siendo algo tan fácil es, por lo tanto, de obligado cumplimiento por la Ley.
Me alegro de que mi octogenario amigo encontrara una puerta a la vida con su nueva pareja, dice que es duro vivir solo, que sabe nadie. Me satisface que mi compañero de la infancia haya podido salir de la UCI, por la puerta, y que esta le lleve a esa nueva vida que el tiempo le ha regalado. Pero sobre todo me entusiasma saber que en el grupo municipal socialista se trata hacer cumplir la palabra del Alcalde, Juan Espada, y cualquier día le dan el bocado al cristal  y nos aparece la puerta automática, por donde entre la nueva vida, y los nuevos clientes  puedan entrar mientras dure, que ya un lustro no es una provisionalidad pero………. a mis años, que menos que dure.
Sevilla a 17 de Octubre de 2015
Francisco Rodríguez Estévez


No hay comentarios: