Esperaba que después
de pasada estas largas fiestas, y habiendo enviado varias cartas directas a la
responsabilidad de lo de la Encarnación, la municipal, pues la concesionaria ha dejado
bien claro que lo de la puerta no es cosa suya, salvo atender la petición que
de la otra parte, la contratante, se lo solicite, y entonces, me afirmó con
rotundidad, de inmediato el asunto quedaría
resuelto, claro está que aparte de otros muchos que quedan por revisar, pues la
responsabilidad, estando en la oposición, acaso no los advirtiera, más cuando
no existe constancia de haber realizado la menor objeción donde se actuaba con
dinero público, y cabía la posibilidad de incumplir, leyes, normas y
reglamentos, amén de propio PGOU. Agua pasada.
Es la mentira
hiriente lo que preocupa, pues al silencio municipal es algo a lo que estoy
acostumbrado y no hace la menor mella, por cuanto podría escribir tantas
cartas, cuando menos hasta que se instale la puerta, o lo mismo ocurre que en el próximo gobierno municipal, deciden
que no es bueno que un edificio municipal tenga tantas deficiencias, y
carencias, como por ejemplo la puerta automática en la travesía central, y
aparece en los programas tales acciones, pues de las palabras que mienten, palabras
sin verdad, nos demuestran que poder no es querer.
En el interior
del laberinto, nos venimos a encontrar de vez en cuando, con un cierto número de personas que fueron importantes
en otro tiempo para esta ciudad, sobrado de años, vienen por la curiosidad de
ver como quedó aquello. Hace unos días tuve ocasión de testimoniar mi admiración
a quien durante ocho años estuvo en la responsabilidad y todos le recordamos.
No dudé en mostrarle el resultado que tiene la pésima colocación de las
puertas, y de paso le mostraba cada una de las deficiencias que se observan a
simple vista, en una edificación tan costosa como caprichosa, pero con
demasiados errores, y eso solo contando los que tiene la plaza municipal de
abastos.
También le
hice referencia a la recuperación de la diosa Ceres, o como una calle peatonal
se transforma en bar de copas, sin olvidar la enigmática propiedad del
deficiente equipamiento de los cuatro millones cuatrocientos mil euros, pues en
cuanto se averían nadie quiere ser responsable, así que los sufridos
comerciantes, otrora “pobrecitos placeros”, quedan en una situación que ni los
puede sustituir, ni ,al ser material de saldo, con obsolencia rebasada de largo
se encuentran piezas para reparar. Cosas
del contrato leonino que, menos mal que estaba revisado por los asesores
propios, que si no, ni les cuento..
Sevilla a 15
d Enero de 2015
Francisco
Rodríguez Estévez
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