sábado, 10 de mayo de 2008

Una nube,en los ojos

Que le vamos a hacer

Dios me guarde de tener que hacer el primo para averiguar quien financiaba la excursión, cuando eso a nadie le importa. El caso es que vinieron, se fotografiaron, salieron en la prensa, y estuvieron en lo de la Encarnación.
Los escogidos visitantes, vinieron, no de los cinco continentes, sino de cuatro. Observadores extranjeros que fueron nada menos que ochenta, un mundo para ver, mas once agregados (según la prensa) que se sumaron a la jira, para patear esta ciudad de la gracia, ahora de las personas, de los sueños y los atrasos, de la prisa, de la seguridad por lo lento, se encajaron en lo de la Encarnación, en lo de las setas.
Puede leerse, en el medio difusor de la noticia, que visitaron la Hispalis, es de imaginar que sería lo poquito que dejaron in situ por excavar, pues las partes indultadas fueron desmontadas y retiradas, de las demás, al parecer de escaso valor, bastó documentarlas.
Mas adelante, en la prensa escrita, el artículo recoge una frase colofón, de las llamadas perlas, que no gazapo, atribuida al responsable de la empresa concesionaria. “Arriba, habrá una gran nube de madera”. “La gente tendrá la sensación de estar bajo un bosque de pinos”.
Al tiempo. Veremos en que queda la cosa. Acaso será que al bajarse de esa nube que dice que nos construyen, como un sueño, tengamos que toparnos con la realidad al despertar. Y esa gente, puede que sean personas, ciudadanos y ciudadanas, que tal vez no sepan ni por ensoñación lo que es un pino, pero de lo que no cabe duda es lo que podrán ver será madera y más madera. Un cúmulo de madera, millares de tablones de madera, (madera metálica, dijo un alto responsable), resultado de una masiva tala que acabará con la longeva existencia de varios miles de pinos, para producir esos miles de metros cúbicos de tablas, para un revestimiento ornamental, a las que tendrán que cubrir del peligroso poliéster para evitarle su pudrición.
Una visita provechosa en la que los mayores aplausos fueron para el consistente tentempié de media mañana, donde no hubo tiempo para debatir sobre la sostenibilidad, ni la demora en la estación del metro, ni el olvido de las celulas fotovoltaicas, pues el tiempo apremiaba para tomar el barco para el almuerzo a bordo, navegando sobre las placenteras aguas del Guadalquivir, donde si acaso le vendieron la burra, al menos no tuvieron que comprar ni la cubertería, ni la manta..
Mientras, para colmo, que no desesperación de los indolentes damnificados, se mantiene la fecha inaugural, nada menos para cuando todos los economistas predicen el punto álgido de la iniciada desaceleración económica, es decir en plena crisis.
Cabe decir que nada turba a los vendedores del mercado en la espera, que sueñan con traspasos para su retirada, en lugar de buscar soluciones, en su mayoría sexagenarios, indemnizatorias. Tal vez, crean que lo mejor sea no hacer nada.
Sevilla a 10 de Mayo de 2008
Francisco Rodríguez Estevéz

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