jueves, 15 de enero de 2015

Miente, hiriente. ¿O era diente, lo que jode?

Esperaba que después de pasada estas largas fiestas, y habiendo enviado varias cartas directas a la responsabilidad de lo de la Encarnación,  la municipal, pues la concesionaria ha dejado bien claro que lo de la puerta no es cosa suya, salvo atender la petición que de la otra parte, la contratante, se lo solicite, y entonces, me afirmó con rotundidad,  de inmediato el asunto quedaría resuelto, claro está que aparte de otros muchos que quedan por revisar, pues la responsabilidad, estando en la oposición, acaso no los advirtiera, más cuando no existe constancia de haber realizado la menor objeción donde se actuaba con dinero público, y cabía la posibilidad de incumplir, leyes, normas y reglamentos, amén de propio PGOU. Agua pasada.
Es la mentira hiriente lo que preocupa, pues al silencio municipal es algo a lo que estoy acostumbrado y no hace la menor mella, por cuanto podría escribir tantas cartas, cuando menos hasta que se instale la puerta, o lo mismo ocurre  que en el próximo gobierno municipal, deciden que no es bueno que un edificio municipal tenga tantas deficiencias, y carencias, como por ejemplo la puerta automática en la travesía central, y aparece en los programas tales acciones, pues de las palabras que mienten, palabras sin verdad, nos demuestran que poder no es querer.
En el interior del laberinto, nos venimos a encontrar de vez en cuando, con  un cierto número de personas que fueron importantes en otro tiempo para esta ciudad, sobrado de años, vienen por la curiosidad de ver como quedó aquello. Hace unos días tuve ocasión de testimoniar mi admiración a quien durante ocho años estuvo en la responsabilidad y todos le recordamos. No dudé en mostrarle el resultado que tiene la pésima colocación de las puertas, y de paso le mostraba cada una de las deficiencias que se observan a simple vista, en una edificación tan costosa como caprichosa, pero con demasiados errores, y eso solo contando los que tiene la plaza municipal de abastos.
También le hice referencia a la recuperación de la diosa Ceres, o como una calle peatonal se transforma en bar de copas, sin olvidar la enigmática propiedad del deficiente equipamiento de los cuatro millones cuatrocientos mil euros, pues en cuanto se averían nadie quiere ser responsable, así que los sufridos comerciantes, otrora “pobrecitos placeros”, quedan en una situación que ni los puede sustituir, ni ,al ser material de saldo, con obsolencia rebasada de largo  se encuentran piezas para reparar. Cosas del contrato leonino que, menos mal que estaba revisado por los asesores propios, que si no, ni les cuento..
 Ayer la visita fue quien pudo comprobar en los cuadernos de las anotaciones de la Híspalis, como desaparecían, tal como le ocurrió a la estatua de Vasallo, las piezas que se encontraban en medio de cimentaciones desproporcionadas, y con informes técnicos tan penosos como la sentencia del Tribunal Supremo de Andalucía, en lo que respecta al PGOU, que evidentemente sucede como lo de diente, que se desmiente, se evita y pasan los días, por lo que visto que no tengo ninguna respuesta en el silencio de la primera parte contratante, de la primera responsabilidad, como que me no me quedará que seguir escribiendo, no para que lo sepan, que lo saben. Es de lamentar que esto suceda, pero, como no puede ser de oro modo, la mentira tiene otros destinatarios, que de ninguna manera, Sr. Director, pueden ser sus informados lectores.
Sevilla a 15 d Enero de 2015  

Francisco Rodríguez Estévez                                                                                                                                                                                                                     

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