Del mercado
>Doctor, sé que esto se está acabando, pero, si es verdad,
no me lo diga, hoy me encuentro mejor, y hasta mi vecina que ha venido a
visitarme, dice que me voy a recuperar, que tengo que estar fuerte. A lo que
aquel le respondió, me parece estupendo En el ala de terminales, todos esperan
que se produzca el milagro, por lo cual, aun sabiendo que nadie se escapa del
final que se espera, lo menos es procurar retrasarle
De poco sirve toda la
información que los medios han difundido durante años, si son los propios
interesados los primeros en desoírlas, pues como si no le interesara su final,
ya que más que la verdad, solo escuchan lo que desean Poco les importa esa cosa
que le construyen con aceleración de acabarla, aunque la llamen sueño, para que
dure eternamente, que le digan emblemático, aun siendo escaso, y otras
zarandajas contractuales, puesto que pocos saben las consecuencias, ni en donde
les van a meter, si acaso, la mitad, de estos pocos, puede ser que intuyan
algo, pero casi ninguno se detiene en reflexionar que les acarreará su laso
comportamiento. Los que podrían hacerlo, inexplicablemente no lo hacen, y el
resto prefiere, como el enfermo del relato, aferrarse en la mentira antes que
emplear todas sus fuerzas para gastarlas en la última batalla que queda, si
bien hace tiempo que está perdida.
La buena señora, que
inició una novena a la milagrosa santa, para que por su intersección la
quebrantada salud que perdió su vecino recupere la vitalidad, invita a este
para que también participe, pidiéndole que se sume a la rogativa iniciada, dada
la extrema<gravedad del caso. ¿Qué
dirán que le contestó este cuando la piadosa señora lo puso al tanto? Pues nada
menos, que ella puede hacer lo que quiera, pero que el doctor le dicho que está
estupendamente
>Los vendedores solo
creen lo que les interesa, de nada sirven los esfuerzos para recuperarlos,
prefieren confiar en las palabras que quieren oír, sobre todo si proceden del
propio doctor, aunque el final sea, el que nunca quieren ni imaginar.
En el ala terminal,
bien cierto es que aquello que empieza poniendo la carne de gallina, pero se
acabará como los pollos, de la nevera al horno. Una moraleja, una cruel
enseñanza, que les congelara cuando al salir de la precariedad, nevera y horno,
y se encuentren con la sorpresa de infarto, se pueden dar cuenta de, a nada que
vean la tarifa del mármol, la caoba, y el titanio del mausoleo, lo caro que
sale morirse. El doctor puede decir misa
Sevilla a 13 de Octubre de 2006
Francisco Rodriguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario