De esperanza, de pena
En el laberinto de lo que quedaron en llamar mercado emblemático, acaso para borrar bajo las setas del micológico capricho toda la memoria de la plaza municipal de abastos de la Encarnacion, llega este noveno aniversario de pena en el tiempo de la Esperanza.
En el laberinto de lo que quedaron en llamar mercado emblemático, acaso para borrar bajo las setas del micológico capricho toda la memoria de la plaza municipal de abastos de la Encarnacion, llega este noveno aniversario de pena en el tiempo de la Esperanza.
Las lluvias de estos días desapacibles, son tal como fueron
aquellos en los que la mudá tenía tintes de desalojo, urgencias sin tregua para
una evacuación apremiante con trasfondo de foto, argucia politica, acaso requerida por quien era
evidente que ya no ganaría unas elecciones cercanas en el tiempo.
Así pues, y sin
bendiciones al uso, tras las fotos en la azotea, llegó el estruendo de la batucada
contratada para el ruidoso evento, la tamborada distrajo al personal, lo que motivó para que el Sr. Alcalde, ante
tanta protesta concentrada en las calles adyacentes, saliera de najas por la parte de atrás, haciendolo con ardua
rapidez en coche privado.
Cuantos recuerdos vuelven en estos días de la Esperanza, acaso sean más de pena los que cada años me traen esta efeméride, justo cuando llega el señalaíto día que mas hace sentir vergüenza ajena aquel recuerdo de tener que presenciar el scaperoom del alcalde para salir del laberinto, un galimatico recinto, un costoso capricho, un lugar que lejos de ser plaza municipal de abastos bien la definió el procer como algo que no se entendería.
Cuantos recuerdos vuelven en estos días de la Esperanza, acaso sean más de pena los que cada años me traen esta efeméride, justo cuando llega el señalaíto día que mas hace sentir vergüenza ajena aquel recuerdo de tener que presenciar el scaperoom del alcalde para salir del laberinto, un galimatico recinto, un costoso capricho, un lugar que lejos de ser plaza municipal de abastos bien la definió el procer como algo que no se entendería.
El tiempo que todo lo cambia, también cambia estos de Adviento, y por suerte quedan los Reyes de Oriente, en dura pugna con el que anunciaba la bebida vestido de verde, jo,jo, jo, qué cambió al rojo en su atuendo.
Ni tan siquiera la plaza municipal de abastos son lo que eran, están cambiando a “gastrobares” y en su mayoría son abandonadas por el público, y que contar de los ediles con concejalía del sector.
En el fanal Apenas existe el bullicio, acaso todo se vea mas desolado entre
el bosque de columnas descomunales, el tortuoso viario, los espacios
desproporcionados y transgresores del
propio reglamento, sin contar con la falta de medidas para el ahorro energético, los retretes
insuficientes para la oleada de visitantes del lejano Oriente, las pesadas puertas de
tiradores de mil manos, fuera de norma higiénica, e incumplidora de la Ley de
Accesibilidad, y para no seguir, con una total falta de renovación del viciado
aire, que posiblemente no sea saludable para nadie.
La Encarnacion, la plaza municipal de la Encarnacion, a la que ya lamentablemente llaman las setas, resiste.
La Encarnacion, la plaza municipal de la Encarnacion, a la que ya lamentablemente llaman las setas, resiste.
Fueron siete lustros en la eterna
provisionalidad, y acaso por eso no le invada la pena en la soledad que se
acrecienta, y aun se tenga esperanza.
Sevilla a 20 de Diciembre de 2019- (IX año)
Francisco Rodríguez
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