No era de cepellones el plantel, cual si fuera cosa de plantones, podia ser de plantillas, incluso de tocones, como los de un alboricidio, y que en este caso era cosa de tocar, como de flauta, que cuando no
se sabe se escucha al resoplar, y que a estos les suena hasta por casualidad.
El caso es que allí estaban, y como era de esperar llegó el lobo.
Al lobo no tememos, mas siempre aparece. Su capacidad intelectual, su conocimiento “FITOlógico” era tan pobre que quedaron de manifiesto cuando literalmente expresó la sublime tontería, vaso en mano, de que era el árbol lo que al crecer estorbaría al cable aéreo del eléctrico tendido. ¿Entendido?.
El caso es que allí estaban, y como era de esperar llegó el lobo.
Al lobo no tememos, mas siempre aparece. Su capacidad intelectual, su conocimiento “FITOlógico” era tan pobre que quedaron de manifiesto cuando literalmente expresó la sublime tontería, vaso en mano, de que era el árbol lo que al crecer estorbaría al cable aéreo del eléctrico tendido. ¿Entendido?.
El otrora defensor, adalid de las preocupaciones ciudadanas,
abanderado en las reivindicaciones, reclamante en los abusos, implacable con la
corrupción, como no podía ser de otro modo, una vez instalado en el otro lado había perdido su punch.
Por lo oído, se
intuye que ahora tiene laurel en su lecho en lugar de goma espuma, y por
el lux que luce se aprecia que abandonó la chamarreta beige meeting, cuando luce el cardigán
de Buberris, color camel de moda. ¡Cuanto cambio!.
Las veladas vecinales dan la "oportunidad" de tener cerca a estos encumbrados próceres del tres al cuarto.....año, obligados a la asistencia, para
darnos cuenta de que en estas salidas oficiales solo piensan en las suyas. No pueden perder ninguna oportunidad.
Los hay que se meten
tanto en el papel, que aparecen estirados, como si tuviera permanentemente el
chaqué bajo el suéter y su enorme cinturón del nomadejado puesto sobre el
ombligo. Otros, quieren escuchar al pueblo y se convierten en orejas para los lamentos ciudadanos, y en su visaje le aparece el asombro, como quien no da crédito
a las penalidades confesadas entre sorbos de espumosa cruz de patrocinio, para
asentir, dando cabezadas cual torito de cartón, entre los platitos de embuchado
ibérico, buscando un posible voto.
Aparecen también los incansables al desaliento, los que
siempre ríen las gracias del pueblo, mezclándose desenfadadamente entre los
participantes, como despojándose de una púrpura que siempre le vino grande,
vino fresquito, vino con sevenap, y también están los que no están, porque la
voz crítica hace que por la ausencia, siempre estén presentes.
La Encarnación, al no ser velada, aun siendo un cadáver, ni
fiesta popular, como funeral romano, no tiene plañideras profesionales que
llene de lamentos la estancia.
En la de los pájaros, de colocación vertical, como los
antiguos sindicatos, no aparece en el dolor del salmista de su historia, para
que relate y proclame en gregoriano, las virtudes que tuvo cuando lucia el
brillo de su pavimento, ni en ábside oriental de la paleocristiana aparece la
escondida teológica para ensalzar su espíritu al objeto de ofrecerle un mejor
premio a su destino en otra existencia, cuando alcance, no esta efímera gloria,
sino la mejor reencarnación.
Nada de eso, lo de la Encarnación para no tener, no tiene ni
tan siquiera un concejal de tres al cuarto al que le preocupe el tema, para ser
coherente con la ciudad, y no con el
capricho piramidal de una estructura política de las de antes, pero una cosa es
lo que es, y otra la realidad.
El cable aéreo está prohibido, pero allí estaba, pero por el
pensamiento del responsable, cortito de luces, solo pasaba que lo que estorbaba
era el arbolito. Ni porque se le indicara que el tendido, tal vez pensando en
el que ahora frecuenta por el coso de baratillero de gañote, puede ser
modificado, dejó de pensar ni por un momento, mirando la joven sombrilla china,
en la moto sierra. Valiente plantel.
Francisco Rodríguez Estévez
Sevilla 21 de Mayo de 2006
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