domingo, 19 de julio de 2009

En carne de cañon

Victimas del tiempo

Acaso fueron las que lo de la Encarnación se fue llevando con el pasar de los años, tal como a la mayoría de sus originarios vendedores. Un considerable numero de personas que, después de siete lustros, irremisiblemente pasaron a formar una amplia nomina de olvidados, destino final e implacable que espera al resto, como a todos, por mas que los que quedan, aunque “malresisten”, siguen permaneciendo impasibles e indolentes, como queriendo ignorar que tambien ellos solo serán parte de otra lista mas, de las muchas que se formaron en el tiempo. Las victimas del tiempo engrosan las listas que generó el olvido de lo de la Encarnación y estas se multiplicaron con el remedio.
Lo de la Encarnación lleva tanto tiempo en curso, que el disfavor hizo causa común con las tonterías, y las soluciones encontradas en la necedad causaron nuevos problemas, posiblemente más graves, para que, como las listas, todo se junte al objeto de incrementar el numero de victimas, lo cual hace pensar que pasaran muchos años para restablecer los daños, directos y colaterales, de esta disformosa intervención.
Cierto es que a empellones, alternando parones con acelerones, en la Encarnación va tomando cuerpo el fungiforme icono, dejando ver todas las empinadas escalinatas que perimetran esta vanguardia en la que se izaran litronas a falta de banderas en la conquistada cumbre y descenderan en cascadas las micciones.
Bajo la sombra de la cubierta escasea la claridad, extraño lugar donde prevalece la umbría por la ausencia de luz natural, demostrando, por esta causa el grado de imprevisión ecologica y de sostenibilidad que, junto a la mala suerte, se ha cebado en esta desnaturalizada plaza de abastos, por llamarla de algún modo.
Sin identidad, aquello quedará encajonado en una oscura boca de lobo, terribles fauces que devora millones con la misma rapidez que excreta valedores. Se dice que cuando el dificultoso complejo este concluido no será posible conocer ni el numero de victimas, ni la suerte que corrieron. Menos por cuanto salió, e imposible por lo que entró.
Lo de la Encarnación tiene eso de que mientras devoras cadáveres demostrando su necrofagia convulsiva, es capaz de de zamparse a si misma y de paso toda su memoria histórica, de tal suerte de que nadie recuerde nada de lo acontecido cuando finalicen todas las lunáticas fases de la polietapica ocurrencia. Lo cuan hace que, como todo, sea tambien victima del tiempo
Sevilla a 18 de Julio de 2009-
Francisco Rodríguez Estévez

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