jueves, 24 de julio de 2008

OCHO

La cuenta atrás

Ocho del ocho del ocho. Una cierta reserva me produce esta fecha enmadejada en la que, si algo sucediera, nomedejaría indiferente. Si de verdad algo se está cociendo, debe ser que lleva mucho al fuego antes de que rompiera a hervir.
Acaso sea lo que predijo aquel gigante de ébano, en 1992, sobre lo de la Encarnación, a la que le vaticinó su suerte en el poder del ocho. Ocho de una madeja de líos. Octavo poder que tendrá la capacidad de desenliar los entuertos y definir el futuro de una Encarnación marcada por ese extraño ocho, con el caprichoso significado de la recuperación de lo olvidado, de lo perdido, y de la esperanza de lograrlo.
Todo un jeroglífico, en el que la aproximación a la fecha indica que el séptimo poder, tal como estudioso analistas y observadores llegan en sus conclusiones y consideraciones, caerá como fruta madura a nada que el viento que la mece quiebre el seco pecíolo que en tenguerengue la sujeta a la rama, convencidos que la Ley de la gravedad no es ninguna broma, al igual que no dejará de ser un peligro practicar el puenting, por la parte de la escalera, desde lo alto de la seta numero uno.
Como si de una rampa de lanzamientos se tratara, la madeja de los líos tiene iniciada su cuenta atrás. Ocho del ocho del ocho. Siete, de cabezas de la Hidra enfurecida, de siete lustros de incertidumbres. Seis, como las zetas del profundo REM, z, z, z, z, z, z. Cinco, como V de victoria de la Hispalis. Cuatro, como cuatro decenas expectantes del despropósito, aguardando el parto de los montes para que aquello se abra al hot oil, “ábrete, ajonjolí” como en el cuento de los pestiños. Tres, como las patas del trípode, escabel que permite subir poco más de un palmo del suelo, al objeto de mirar por encima del hombro. Dos, como primera división de un todo, tanto puedo, puedo tanto. Uno, como as sacado de la manga para jugar bazas cuando la partida está acabada. Cero, rotundo cero, cero de la zona cero. Cero en equilibrio sosteniendo otro cero, el ocho.
Sevilla a 24 de Julio de 2008
Francisco Rodríguez Estevez

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