jueves, 12 de junio de 2008

Pincelas, por aquí, pinceladas por allá (musica de pajaritos)

Valor y precio

Es cosa sabida aquello de la mora, pues es dicho tan antiguo que se ha puesto de actualidad, se diría que de vanguardia, como lo de la setas de la Encarnación, “la demora que se anuncia con otra demora se arregla”, no en vano los ficus que las inspiraron, pertenecen a la familia de los higos, es decir a las moreras.
Cuando parecía que la fecha inaugural estaría entre finales de 2009, y mediados de 2010, un nuevo ajuste se anuncia para crear una nueva mora de nada menos que de 9 meses, toda una gestacion, en este caso para alumbrar nada menos que los sótanos del “antiquarium”, 17% mas del ala.
Es de esperar que nos encontremos todos, cosa que deseo, en la primavera de 2011, para saber si aquello, tiene el valor de su precio, y no caemos en el error de confundir las tasaciones.
Pero como eso sería difícil de evaluar, que puede importar lo que haya costado ese metropol, con su atrevida estación tan valorada por el jurado. Esa Hispalis por las paredes, colgando sus restos, si lo justifica una cimentación agresiva, pero calificada de respetuosa con el pasado. Que decir de las pseudoacacias taladas, que marcaban un perímetro de fronda caduca, cuando esta se haga permanente.
Es lo que tiene la sostenibilidad. El parasol, referente de la nueva gracia, revestido de miles de metros cúbicos de madera de pino, formaran la umbrela de tablas muertas que servirá de soporte de los paneles solares para el ahorro energético.
Donde dejamos la parada del metro-centro, que con toda probabilidad, si es que pasa, estará a la sombra de la Anunciación, y bajo la sombra de la ultima seta, todo en la sombra, el gran laurel de indias buscará el Sol por las rendijas, y el agua de la fuente, la fuente de la plaza de abastos, la fuente más antigua de esta callada ciudad, contaminada visualmente por el enorme estípite que le colocaron al lado, mas que refrescar al caminante, le dejará helado ver aquello.
Pero como las vanguardias son lo que son, po venga, “fagamos dos enormes escaleras, tal que nos llamen locos, en una ciudad lisa y llana como la palma de la mano, ideal para las bicicletas, para que sirva de esparcimiento a la juventud”, el botellodromo.
En la Encarnación, donde se muere de indigencia, donde la noche se hace dormitorio de la pobreza, esta parece aguardar un techo que no se acaba nunca, y eso que lo de las bombillas que recrearan la bóveda celeste, tal “planetarium”, parece que se acabó olvidando.
Es lo que tienen las grandes obras, ya nadie recuerda que se le adjudico a la empresa que menos tiempo ofreció en realizarlas, y con un coste inferior al resto de los concurrentes. Y ocurre como lo de la mora, que lo barato sale caro, y entonces nos enteraremos de lo vale un peine, que ahora dicen café, y por cuanto nos saldrá esta pincelada.
Sevilla a 12 de Junio de 2008
Francisco Rodríguez Estévez

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