lunes, 26 de octubre de 2020

Tres, eran tres en esto

 


Ahí estamos

Justo donde “hacemosloimposible” hace costosas setas a la baja de treinta y tres a ciento veinte. Donde lo municipal es ajeno, se entrega lo propio, y lo “emblemático” es,  como diría Mariano,  puritito laberinto sin salida, desde Roma hasta lo de arriba, visor social, pagado en espacies. Allí, donde la espera de condena se condona, donde el cristal hizo antropófagos de su propia carne, ahí estamos.

Como los tres monos de la cultura oriental el “San Saru”, ahora hace una década, y un lustro de obras, que se implantó  este fúngico espacio llamado de modernidad, tal que este movimiento viene con cierto atraso, cuando surge en la arquitectura con anterioridad a 1900, un siglo y una década anterior a esto de la Encarnacion. El capricho.

Ahí estamos, con los tres monos, Mirazu, el que no ve, representando al ciego consistorio que desde los despachos de la casa grande, o desde la apretada agenda de la responsabilidad a un no ha podido ver ninguno de los múltiples fallos, que persisten donde ni miran. 

Kikazaru el que no oye, representando a la concesionaria, que lejos de preocuparse por su concesión administrativa, cosa pública, mas intenta en gran medida generar una devaluación, que según contrato le beneficia, de nada  puede servir la queja al sirviente de una patronal invisibilizada. 

Completa el trío de micos, Iwasaru, que ni habla ni lo dejan hablar, ni lo ven, ni lo escuchan,  las normas son las normas por muy equivocadas que sean. Representa a los “pobresitos placeros” sombras de sus ancestros,  tan callados que como hablen no les dejan aparcar en su propio aparcamiento, como parte municipal de plaza de abastos. 

Tan enmudecidos estan que Kikazaru, ni haciéndole los mimos que quería Monteseirin se le hicieran, en lenguaje de sordos, puede entender que tantas deficiencias se puedan encontrar en el laberinto.

Diez años llevó para solucionar una salida de aire posiblemente contaminado, por su procedencia del obsoleto sistema, ponzoña para entrar al túnel, donde la gota malaya persiste  y cae encharcando la entrada que se hace mayor el charco cuando se amplia con la condensación de la caja negra que busca el sumidero de rejilla donde en el modernismo de las puertas de cristal estas se encuentran escondidas como cadáver emparedado ad aeternum.

Ahí estamos, donde la ventilación es cosa importante en este tiempo que se establece obligatoriamente  https://www.aehi.es/2020/05/27/sistemas-de-aire-acondicionado-en-locales-de-publica-concurrencia-y-la-covid-19/, y en este lugar por suerte el buen tiempo aun permite abrir las pesadas puertas de doble hoja y mil manos.

 Bajo las setas el “San Saru” sabe que nada puede hacer cuando el que tiene que mirar no se asoma, el que tiene que escuchar ni oye y “probesito” Iwasaru ni siquiera cree que todo vaya con el.

Ahí estamos, con diez bajas en diez años, un exponencial de vértigo. Mal negocio  el que vaya a la baja este emporio de riquezas, sinergia del comercio locomotora del sector, si el vaticinio de predicción  indica que no se llegará al tiempo de resistencia provisional.

Ocho años llevó colocar puntos de luz que duplicaran las mortecinas lámparas incandescentes del oscuro laberinto, estas fueron sustituidas por plafones de pálida luminosidad de tubos  fluorescente con penalización por reactiva. Ahora hace dos año, y nada menos que veintiséis pantallas permanecen apagadas. Para que seguir.

Sevilla a 26 de Octubre de 2020

Francisco Rodriguez

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