jueves, 29 de octubre de 2020

dita sea

 


Dita sea

El placero se levanta temprano, con los años le aparece un ritual imposible de romper. Con la edad le lleva más tiempo completarlo para sentirse seguro en el acontecer que a diario le aguarda lleno de sorpresas, es la venta. Un veneno dita sea.

Cuatro días postrado, dita sea, con lo que pago. Madrugar ayuda, pero me lleva casi una hora de completar ritual, higiénico sanitario para poder salir a la calle e iniciar el recorrido de intramuros hasta llegar al micológico laberinto, donde cada lunes al sol comienza la semana, mas esta, con suerte será en viernes y la próxima en martes.

Lo privado y lo público, en esto de la pandemia no le vale la ciática, dita sea, aunque sea jodido. Todo es corona. 

Por más que llegara arrastrando la pierna lasa y dolorida en el sueño del miembro que se hace vehículo y medio de transporte para el desplazamiento perimetral de confinamiento. No se imaginan que tan a duras penas llegué al centro de atención primaria que me pensaba  el inmediato alivio.

 De entrada, no hay medico, el diagnostico del posible e inexistente especialista, lo tiene que indicar el de cabecera, ahora de familia. No tengo cita y parece que sea imposible obtener esa dispensa del galeno.

En el silencio del gran pasillo vacio de consultas cerradas sin medico ni pacientes la 11 tiene la puerta abierta, por suerte le conozco, pero, dita sea, le suponía una gran contrariedad atenderme, pues no estaba previsto que le apareciera un paciente en vivo y en directo, fuera de  la amplia lista de llamadas que tenía que atender, me pregunto ¿cómo auscultará  el pecho, mirará la garganta o valorará la inflamación a través del móvil?.

Aun sabiendo que es un muy buen profesional, por esta vez, ya pasado el enfado inicial por hacer en mi caso,  lo que no podía realizar con todos sus pacientes, “colarme y sin cita”, pero, eso sí, con un enorme dolor que irradiaba la pierna que lleve a rastras. Prescribe, con buen ojo clínico, cuatro inyectables, cuatro, y petición directa  al especialista que corresponde el diagnostico. Cuatro días, cuatro, llevo postrado, dita sea, y la privada más de lo mismo pero con analgésicos.

Cuarto día, y no tenía más remedio que acudir al trabajo  como fuera, tras tres intentos frustrados por el dolor, y en un esfuerzo de placero de toda la vida, por atender un pedido, llego en taxi, naturalmente, y con el dolor atenuado acabo por valorar que esto me llevará algún tiempo de recuperación a la vista de la ignota fechas en  que llegue la cita con el traumatólogo con petición directa y preferente, y luego lo que el diagnostico dictamine.

La pandemia y el estado de alarma me hace pensar que la recuperación de las ventas aun serán más lentas que mi inestable pié izquierdo, en cuyo caso lo mejor es no renunciar a ningún derecho de lo que tanto me cuesta.

La consulta telefónica es para la segunda semana del próximo mes, será con el médico de familia al que le solicitaré dado el lento procedimiento la recuperativa baja médica. Y todo por ponerme un calcetín y a oscuras. Dita sea.

Sevilla 29 de Octubre de 2020 

(Estado de alarma hasta Mayo, maldita sea)

Francisco Rodriguez

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