Cuestión de memoria

Lo que para unos es recuerdo vivo, otros quisieran olvidarlo. Y es que lo de la Encarnación tiene su historia por más que siempre existan quienes quieren borrarla de la memoria.
Crean que, aunque hace tiempo, tampoco es tanto como no alcanzar el recuerdo de lo que aconteció cuando, junto a otros proyectos seleccionados en el concurso de ideas para lo de la Encarnación, le llegó el turno al que resultó ganador. Este presentó, junto a la maqueta, los paneles explicativos complementarios, de lo que nada se ha llevado a cabo.
Acaso fueran estas desaparecidas ideas las que lograron la valoración del exótico jurado, hay que decir que algunos de sus componentes, ni de visita, conocían con anterioridad la ciudad. Lo que si llegaron a “ver”, a “intuir”, a “vislumbrar” en la rareza de cobre que se planteaba en la maqueta de papel, fueron las “cosas” calificadas de gran atrevimiento y modernidad que ninguno de nosotros alcanzaremos a ver.
La primera era la solucion al tráfico, puntualizada en las bases, solucion, no eliminación. El laureado proyecto, proponía un aparcamiento circular de dos niveles alrededor de toda la plaza. 
Nada de nada, en el ambicioso planteamiento que tenía por lema, “puerta, puerto, plaza, estación, mercado y aeropuerto”.
Hay que decir que el proyecto premiado encandiló a cuantos gusta lo que recientemente se ha venido a llamar papanatismo, y que incluso se aplaudieron algunas de las explicaciones, en especial aquella dada con solemnidad de que se sería respetuoso con el valioso yacimiento arqueológico. La realidad resultó ser tan distinta que, mucho de lo que se tenía que conservar por Ley “in situ”, colgaran de las paredes, pues la cimentación, para desgracia de la historia de Hispalis, fue de lo más invasivo.
Se destacó sobremanera, lo de la estación del metro, calificada de magnifica apuesta, y a la fecha ni se sabe el trazado de la línea, si es que se construye.
Meses más tarde se anunciaba que además de esta estación, la Encarnación contaría con la llegada del metro-centro. Dos mejor que uno.
Ideada en cobre, la cubierta tuvo la definición de original, aunque tuviera la recomendación de la secretaria del concurso que no se buscaba algo epatante, pues seria mejor un edificio que se integra y envejeciera en el entorno, ni caso. Grande, y epatante, que ande.
Así la singular cubierta, a poco se pudo ver que la originalidad tenia una gran similitud con la de una gasolinera de las afuera de la ciudad de Hannover, y no menos con el Museo Pompidou de la ciudad de Metz, realizado en los terrenos dejados por el soterramiento de las vías ferroviarias. Acaso la originalidad estaba en emplazarlo en el centro histórico de esta ciudad y convertirlo en restaurante.
Hubo en la explicación un planteamiento ecológico, tal vez para justificar la tala de las acacias del perímetro que marcaban las alineaciones que no se tuvieron en cuenta, pues en las columnas de cobre, para llenar de color el nuevo espacio de la azotea-botellodromo para la juventud, tambien podrían, para darle frescor y color, y recubierta de una masa forestal. Todo ello sin pensar en los atascos de los imbornales.
De la olvidada plaza de abastos, que vino a llamarla la responsabilidad nada menos que mercado emblematico, por el tratamiento reductor que se emplea quedará en un recuerdo del pasado del que no quedará memoria de su historia. Pero a la sombra de “eso”, siempre permanecerán los recuerdos. Sevilla 4 de Diciembre de 2008
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