martes, 30 de agosto de 2016

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Odres nuevos

En los tiempos del silencio, cuando la provisionalidad se hacía eterna, lo de la Encarnación, antes plaza de abasto municipal, pues le ocurría que llegado este punto caliente del estío en el que ni había fuegos noticiables, como que no le quedaba con tanto olvido más que aparecer como serpiente de verano, eso sí con toda clase de conjeturas al respecto.   
El macutazo daba incluso fechas para la inauguración de la nueva plaza, en espacial cuando aparecían distintas versiones arquitectónicas para determinar el futuro de los callados placeros que con la muda anual siempre era modificada, para determinar la fisonomía del nuevo corazón de la ciudad  que acogiera definitivamente a estos damnificados vendedores que después de siete lustros bajo las horneantes chapas del bidonville, modelo de arquitectura efímera del tardofranquismo,  empezaban a extinguirse en silencio, intentando sobrevivir como  “mastuato overo” y “escuercito misionero”¡Que cosa!
Como cada verano la cancion de Geogie Dam llegaba, y con ella la serpiente de verano que llenaba de ilusión durante décadas a los vendedores que soportaban tanto abandono y como no, a tantísimas personas que no daban crédito que aquel deplorable solar permaneciera en el centro de nuestra ciudad. Y en esto que llego el nuevo tiempo el de la construcción de un sueño, y  desde entonces solo aparecía cada verano la serpiente multicolor de los ciclistas. La Encarnacion tendría una nueva encarnadura.
Ahí apareció esta que lleva en su interior a modo de serpiente retorciéndose como oriental buscando los retretes una sinuosa calle que larga la ponzoña pestosa del mal bajío a cuantas personas intentan encontrar las aleatorias puertas de pesadas hojas, que para remate incumplen la Ley.
Cinco años y ocho meses y de nuevo aparece lo de la Encarnacion como serpiente de un verano que está que arde, y un nuevo grupo, como odre nuevo se llena de razones para exigir a la responsabilidad que se encuentra suficientemente informada desde cuando era oposición irresponsable, tal como igual de informada esta la irresponsabilidad desde su tiempo responsable. El caso es que lo de la Encarnacion vuelve a estar en los medios, tal como en los mejores tiempos del silencio, y no precisamente porque los callados placeros hayan dicho nada, sencillamente hay personas que advierten que es la Administración y sus responsables los que deben de actuar  en consecuencia, y cumplir la Ley no es cuestión de pellejo.
Sevilla a 30 de Agosto de 2016

Francisco Rodríguez Estévez

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