En la de la Encarnación no hay posibilidad de discusión, una
vez que desde su ordenador al berlinés se le encaprichó poner a Sevilla en el mapa, y para ello recurrió como invento propio a utilizar las torceduras de diseño en esta Encarnación del
disparate, tratando de erigirse en el nuevo príncipe de la curva, cosa que ya hicieron
hace años y con bastante más calidad O. Niemeyer, y más recientemente F. Gehry.
Pero en esta Encarnación de encarnaciones lo suyo era
aplaudir con fuerza la primera tontería que apareciera ( así lo escuche decir a un premiado
arquitecto en sacro lugar), para que irrumpiera el papanatismo, y con los aburridos placeros palmeros
animando y la oposición mirando al mar cara al Sol de poniente, pues la cosa terminó siendo lo que es.
Una estructura de madera, sobre la que un mutilado recorrido metálico, hace que en
verano aquello esté que arde, y cuando en invierno la humedad llega sobre el piso lo
hace altamente resbaladizo y peligroso.
El sinuoso callejón con sus modernistas puertas emparedadas para siempre, deja discurrir al caliente bajío que expulsa las rejillas de entrada, para que la ponzoña no solo se perciba al paso, sino que también se impregne en la ropa de cuantas personas la recorren.
Resulta inexplicable que cuatro puertas puedan estar tan mal
colocadas, cuando no se ha realizado la lógica distribución a lo largo de semejante pasillo, pero menos explicación
tiene que después de más de cinco años ni tan siquiera se haya instalado una
puerta automática, justo donde se olvidaron colocarla, un lugar que a diario ese turismo
atraído por las setas busca angustiosamente un sitio lógico para acceder al
laberinto donde esperan encontrar la privacidad donde poder relajar el esfínter anal y
vaciar la apretada vejiga, aunque sea en la plaza municipal de abastos.
Pues a decir verdad comprar en la plaza municipal no es cosa de turismo, pero siendo tan adversas las políticas que se aplican en esta Encarnación, y después de mas de cinco años sin visos de rectificación, hace casi imposible que esta sea atractiva para aquellas personas que gusta comprar en las plazas municipales. Debe de ser por aquello de que la cosa es como es.
Pues a decir verdad comprar en la plaza municipal no es cosa de turismo, pero siendo tan adversas las políticas que se aplican en esta Encarnación, y después de mas de cinco años sin visos de rectificación, hace casi imposible que esta sea atractiva para aquellas personas que gusta comprar en las plazas municipales. Debe de ser por aquello de que la cosa es como es.
Es lamentable que el Consistorio actual lleve en este asunto
de colocar una puerta automática en lo de la Encarnación, el mismo caminito que
llevaron los anteriores, dejar pasar el tiempo. Lo peor es que saben, todos y
cada unos de los concejales, de los cinco grupos que lo forman, que la Ley de
Accesibilidad es una obligación, mas parece que para ellos fuera tontería.
¿Y los pobrecitos placeros? La verdad es que parece aun piensan que calladitos
les va a ir mejor, acaso no saben que ahora se puede hablar y decir lo que se piensa, y que el tiempo
del silencio ya ha pasado, por más que parezca que dado el dilatado asunto continúen sumidos en el.
Sevilla a 2 de Agosto de 2016
Francisco Rodríguez Estévez
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