domingo, 24 de abril de 2011

La puerta de poniente

Aquello es otra cosa

Por mucho que quede por decir, llegado a este punto, ya todas serian palabras huecas, que de poco, o nada, servirían. Nadie, excepto el tiempo, se atreverá a destruir eso de la Encarnación a lo que le han salido, como hongos en la lluvia, algunos fieles defensores de su gusto, y que hasta el momento presente, o no existieron, o estuvieron desaparecidos bien calladitos.
Cierto es que estos en su anterior existencia habían permanecido en el silencio mas sepulcral, por mucho que ahora sean adalides de esa cosa de madera que tanto admiran.
No le viene mal la polémica a las setas, tal como recomendaba su autor en el principio, pues convenía, ante la falta de sustancia de aquel guiso de sabor imposible, aderezarlo con defensores y detractores. ¿Cueces, o enriqueces?
Se podría seguir gastando palabras, en este caso inútilmente, y por eso tal vez solo conviene utilizarlas en ocasiones que vengan al pelo, tal como le viene a esta encarnación de mis carnes, aquello tan socorrido de, para gusto los colores.
Evidentemente el mercado emblemático, ni por asomo pudo cumplir las expectativas de los placeros, ni mucho menos la de que fuera convertido en el mercado referente de nada, basta fijarse en la Boqueria y Santa Catarina, en Barcelona, Maravillas de Madrid, o Central de Valencia, por solo exponer unos ejemplos de excelentes mercados, del que “emblemático” quedó muy lejos.
Este mercado amarillo, laberíntico, con puertas de entradas realizadas para la confusión, en un sin sentido evidente, con un recorrido anticomercial, de viario asimétrico, con zonas de luz y zonas de oscuridad, con calles excesivamente anchas y otras que ni cumple con el reglamento al que estaban sujetas, tiene muchas cosas que mejorar si es que en los objetivos está consolidarlo.
Por mucho que podamos decir sobre la modernidad, la sostenibilidad, y la sinergia comercial, aquello es otra cosa. Por el momento casi parece que sea una broma.
Todo confluye en que hay que esperar a que esté totalmente acabado. El restaurante mirador, la azotea-botellodromo, la galería comercial, con establecimientos de nivel mundial, el antiquarium exponiendo copias de hornos romanos, y mosaicos desubicados, salvados de chiripa, ante la mas invasiva de las cimentaciones, ( por cierto que cuestionada por quien es autoridad en cimentaciones), y por ultimo el mercado amarillos, al que hay que realizarle, como mejora evidente, la apertura de una puerta en la parte Oeste que marque orientativamente la travesía central a los usuarios que se pierden en sus vueltas y revueltas.
Tambien como atractivo cultural vendría muy bien recuperar la escultura de la diosa Ceres, y ningún lugar seria mas idóneo que instalarla en ese espacio perdido junto a la escalera de poniente, justo al lado de la nueva puerta, y se evitaría que ese lugar acabe convertido en un rincón para acumular las inmundicias.
Seria entonces, en el caso de que lamentablemente esto sucediera, que lo mismo, aquello deja de resultar tan moderno, tan sostenible, ni tan emblemático y queda en el “hito”, mas por la capacidad, del receptáculo, en “hitodromo” del sábado noche.
Sevilla a 24 de Abril de 2011
Francisco Rodríguez

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