miércoles, 24 de septiembre de 2008

Gritos

XXXV año triunfal

Emblematico, polietapico, epatante, e incluso con mimo, todo será tan difícil de entender, como de explicar, pero ahí está eso, formando parte de las transformaciones, que por innecesarias, mas parece producto de antiguas consignas, a fin de que no quede reconocida ni por el propio Hércules que, a falta de madre biológica de predictor facil, al putativo se le recuerde mas por el ADN, que por la Alameda, ¡Ay, Alameda!
En la callada mariana, dicen que el silencio es grito. Acaso lo de la Encarnación, llave del pacto, sea algo “sin palabras”.
En este nuevo aniversario, en el que se cumplen los siete lustros de una provisionalidad que se hizo condena, aun luce en la reja carcelaria, mostrando los jirones de las heridas del tiempo, la misma pancarta. Un grito amarillo que fue desplegado a principio del siglo de este milenio, para reclamar día a día, con sus grandes letras, un MERCADO, YA, aun sabiendo que es cosa inexplicablemente imposible. La modernidad de los tiempos, optando por el camino de la vanguardia, cambió lo amable por lo incomprensible, y que además, no se explica, (según se lee, por que no se sabrá entender).
No está previsto que se reemplace, para izar una nueva, en esta ocasional efeméride, que desgraciadamente no pone fin a una larga y silenciosa resistencia merecedora de mejor suerte. Será el confalón, pues, como una evidencia de lo que acontece. Con sus palabras rotas por los vientos, se podrá leer la demora sufrida por los cambios y adaptaciones de ultima hora ante la manifiesta falta de previsión, no solo en materia de seguridad, si no en el de la sostenibilidad, cosa de la que carece, a pesar de que nadie sepa el misterio de su funambulismo.
En el equilibrio de caída facil, los caídos, por el momento son los árboles del prado de San Sebastián. Otra encarnación de la modernidad en la que se sustrae un espacio verde consolidado, para colocar otro mamotreto de los llamados sostenibles. ¡Cuánto silencio!
Sevilla a 24 de Septiembre de 2008
Francisco Rodríguez Estévez