En los tiempos del silencio, cuando la provisionalidad se hacía
eterna, lo de la Encarnación, antes plaza de abasto municipal, pues le ocurría que
llegado este punto caliente del estío en el que ni había fuegos noticiables, como que no le quedaba con tanto olvido más que
aparecer como serpiente de verano, eso sí con toda clase de conjeturas al respecto.
El macutazo daba incluso fechas para la inauguración de la
nueva plaza, en espacial cuando aparecían distintas versiones arquitectónicas para
determinar el futuro de los callados placeros que con la muda anual siempre era
modificada, para determinar la fisonomía del nuevo corazón de la ciudad que acogiera definitivamente a estos
damnificados vendedores que después de siete lustros bajo las horneantes chapas
del bidonville, modelo de arquitectura efímera del tardofranquismo, empezaban a extinguirse en silencio, intentando
sobrevivir como “mastuato overo” y “escuercito
misionero”¡Que cosa!
Como cada verano la cancion de Geogie Dam llegaba, y con ella la serpiente de verano que llenaba de ilusión durante décadas a
los vendedores que soportaban tanto abandono y como no, a tantísimas personas
que no daban crédito que aquel deplorable solar permaneciera en el centro de nuestra
ciudad. Y en esto que llego el nuevo tiempo el de la construcción de un sueño,
y desde entonces solo aparecía cada
verano la serpiente multicolor de los ciclistas. La Encarnacion tendría una
nueva encarnadura.
Ahí apareció esta que lleva en su interior a modo de
serpiente retorciéndose como oriental buscando los retretes una sinuosa calle
que larga la ponzoña pestosa del mal bajío a cuantas personas intentan encontrar
las aleatorias puertas de pesadas hojas, que para remate incumplen la Ley.
Cinco años y ocho meses y de nuevo aparece lo de la
Encarnacion como serpiente de un verano que está que arde, y un nuevo grupo,
como odre nuevo se llena de razones para exigir a la responsabilidad que se
encuentra suficientemente informada desde cuando era oposición irresponsable,
tal como igual de informada esta la irresponsabilidad desde su tiempo responsable.
El caso es que lo de la Encarnacion vuelve a estar en los medios, tal como en
los mejores tiempos del silencio, y no precisamente porque los callados
placeros hayan dicho nada, sencillamente hay personas que advierten que es la Administración
y sus responsables los que deben de actuar en consecuencia, y cumplir la Ley no es cuestión
de pellejo.
Sevilla a 30 de Agosto de 2016
Francisco Rodríguez Estévez
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